Al otro lado de la luna

Al otro lado de la luna

jueves, 24 de noviembre de 2011

Capitulo 3 “Cuando el amor se va






—No, ya no. —dije firmemente mirándolo a los ojos.

Me miró incrédulo. Se lo dije de tal forma en la que no le quedó mayor duda de que lo que le decía era absolutamente sincero. Bajó la cabeza y se quedó pensando por unos segundos, después volvió a mirarme y quiso saber más.

—Se supone que se querían mucho… tu mismo me dijiste que no podía separarlos ni la distancia, ni el tiempo, tu le prometiste que volverías y que todo sería diferente, y ahora qué me dices esto… no sé, es extraño...

—¿Por qué extraño? ¿Te gusta?

—Es muy linda, pero sabes que también es una de mis mejores amigas, no es posible. Simplemente porque sé que ella tal vez te sigue recordando, sigue pensando en ti y tal vez esperándote. Y es extraño saber que tú ya no haces lo mismo Julian.

—La vida sigue… —dije poniéndome de pie, me dirigí hacia el librero que tenía y tomé algunos tratando de distraer la situación. —Ella no me puede esperar toda la vida, yo ya no regresaré a México, al menos no para quedarme ahí. Así que nuestro destino era estar separados y eso es todo.

Cambié de tema. No sabía porque en ese momento me estaba molestando hablar de Camille. Sería seguramente porque hace muchísimo tiempo que no lo hacía. Mi vida era Jane y no había más, o al menos, no quería que hubiera alguien más.

…………….

Sonó el timbre y abrí la puerta. Enseguida pude reconocer esa cara tan amable y esa sonrisa tan franca que siempre había tenido.

— ¡Eduardo! —dije gritando de alegría y abrazándolo muy fuerte.

— ¡Camille! ¡Qué gusto me da verte!

—Si… ya algunos meses, ¡me da gusto que hayas venido! Pasa… toma asiento. —le dije con gran emoción invitándolo a entrar a mi casa.

—Vine a visitarte por qué haremos una reunión de compañeros de la preparatoria, ¿Qué te parece?

—Vaya… tengo mucho tiempo sin verlos—dije un poco desanimada— la verdad no sé si sea buena idea.

—¿Por qué?

—Seguramente irá…

—¿Julián? No, el no está en México, el sigue en Suiza… precisamente la semana pasada me fui de vacaciones y pasé a verlo.

Inmediatamente mi corazón se detuvo. De alguna manera yo pensaba que tal vez el ya había llegado en México y yo no lo sabía, pero sabiendo que él seguía en Suiza entonces toda esperanza de verlo de nuevo se había perdido.

Qué difícil es tener a quién amas lejos de ti. Es un campo de batalla en donde el corazón y la razón se ponen a prueba. Hay un lado que siempre te dice que debes esperar, que el amor todo lo puede y todo lo supera… pero hay otra que te provoca odiar toda distancia y todo tiempo, y quizá, toda relación con ese alguien. Y yo aún no llegaba a esa parte de querer renunciar a todo. Yo quería luchar, enfrentarme a todo lo que nos dividía, y esperar, más de lo que ya había esperado…

—Ahh… —respondí temerosa. — ¿Está bien?

—Sí, está muy contento, vive muy bien.

—Me da gusto…—dije conteniendo mis lagrimas.

Seguimos platicando acerca de lo que había sucedido con los demás compañeros entre muchas cosas más. Después de unas horas se fue y me quedé sola. Mis papás habían salido a una fiesta y yo no tenía más que hacer que ver la televisión o estar en la computadora. Pero esta vez no me apetecía ninguna de las dos cosas. Apagué todo y me dirigí hacia mi recamara en donde, a las 10 pm. Se lograba ver directamente desde la ventana, la hermosa luna que ese día era llena.

En mi mano tenía una taza de café y solo me alumbraba la luz tenue de la lámpara de mi recamara y la luz de la luna. Me quedé a observarla. Algo tan hermoso puede unir a dos personas a través del mundo, no importa donde estén, siempre será ella la que podrá unirte con quién quieras. Yo la observaba y me gustaba pensar que tal vez, algún día coincidiríamos en verla al mismo tiempo y sería como ver a Julian a través de ella. No lo olvidaba, no podía, y me dolía en el alma no tenerlo junto a mí como años antes lo había hecho. Realmente ahora odiaba a los cuentos de princesas que me contaban de pequeña, porque la vida realmente no es nada parecido a lo que contaban. Los príncipes no luchan por las princesas, porque para empezar no existen,  el amor no puede contra todo, y en este caso, mi príncipe no regresaría por mí, quizá, nunca más. Lloré. Lloré mucho. Por que duele darse cuenta de la realidad, duele darse cuenta de que alguien se fue, y no volverá. Y ya era hora, era hora de seguir mi camino, de dejar de vivir del pasado y comenzar de nuevo.

……..

 Sonó el teléfono, y era mi papá. Al parecer estaba serio y eso me preocupó. Pensé en que tal vez había pasado algo en mi casa, parecía ser algo serio, pero realmente no tenía idea de lo que realmente se trataba.

—Julian, tienes que regresar a México…

—¿Regresar? ¿Así como así? Primero explícame por qué —dije molesto.

—Tu abuelo está muy enfermo. Solo te pido que vengas unos días a verlo y después regresas. Tu mamá te necesita, es su padre y se siente muy mal, tiene miedo de que… bueno, pueda suceder algo peor.

Mi abuelo siempre había sido como mi segundo padre. No podría superar que no estuviera cerca de él en cuánto me necesitara, así que no dude en responder lo que haría.

—Me iré la próxima semana. Necesito pedir permiso en el colegio y realizar unos exámenes. Dile a mamá que estaré con ustedes.

Me dolía. Me dolía mucho y me contuve para no llorar. No quería que le pasara nada a mi abuelo, era una de las personas más queridas para mí. Sentía miedo y no quería perderlo. Le llamé a Jane para contarle lo que estaba sucediendo pero no me contestó y yo no podía continuar con esa soledad. Tenía que contarle a alguien lo que estaba pasando, necesitaba desahogarme con alguien que entendiera lo que sentía, alguien tan sensible para entenderme… y conocía perfectamente la persona que podría ser.

Tomé el teléfono y le llamé a Eduardo. En Berna, Suiza eran ya las 4 am. Y en México apenas eran las 10 pm. Era la hora ideal para llamar.

—¿Eduardo? ¿Tienes el número de teléfono de Camille?

—¿Qué? —Respondió sorprendido—Si, precisamente ayer fui a visitarla, ¿Para qué lo quieres?

—Necesito hablar con ella. Por favor…

—Está bien, anótalo.

Anoté el número y lo tuve en mis manos por unos minutos. Lo hice bolita y pensé en tirar el papel. Me arrepentí de querer intentar ponerme en contacto con ella de nuevo. Me recosté sobre la cama, desesperado, sin saber qué hacer. Miré hacia el techo tratando de encontrar la respuesta a lo que debía hacer, volteé hacia la ventana y vi la luna. A Camille siempre le gustó mucho. Siempre que caminábamos por la calle en las noches la veía, y le tomaba muchas fotos. Pensar en eso me tranquilizó y después de una hora decidí tomar el teléfono. Sentado sobre la cama, marqué los números que Eduardo me había dictado. Alcé la bocina y me dispuse a escucharla de nuevo…

……………..

Una noche después de que Eduardo había venido a verme, había sido la primera noche que no tenía tarea así que a las 11 pm me despedí y fui a mi recamara a dormir. Sin saber lo que me esperaba.

Me puse la pijama y me acomodé en la cama. Apagué la lámpara y como siempre, dejé mi celular sobre el buró que estaba junto a mi cama y cerré los ojos. Habían pasado cerca de 10 minutos, yo ya estaba dormitando cuando escuché que mi celular sonaba. Con los ojos entrecerrados miré la pantalla para saber de quién se trataba pero me aparecía como “número desconocido” y a pesar de que nunca contestaba esas llamadas, sentí el presentimiento de que debía hacerlo, así que me decidí a hacerlo.

—¿Bueno? —Dije con voz suave.

—¿Camille?

Todo mi cuerpo se estremeció. Esa voz no cambiaba por mucho que pasaba el tiempo… mis manos comenzaron a temblar y mis labios no podían dirigir alguna otra palabra. El corazón no me cabía en el pecho, era él… ¡Era él! Después de dos largos años…






Continuará...

jueves, 17 de noviembre de 2011

Capitulo 2 “El aroma de quien algún día estuvo junto a mí”




Leía cada palabra como si se tratase de un texto en una lengua muerta, algo que no podía descifrar con solo leerlo superficialmente. Todos mis sentidos estaban extasiados, nunca me había sentido así… tuve que reprimirme demasiado y tratar de no sonreír como si un regalo me hubiese bajado del cielo.
Pero a pesar de toda mi emoción, algo desentonó en aquel hermoso mail. Camille no había cumplido su promesa, y yo le mostraría que a pesar del tiempo y el espacio que ahora nos dividía, yo era capaz de seguir guardando su recuerdo y la promesa que algún día le hice. Cerré el mail y apagué la computadora, e intenté dormir, cosa que me costó mucho trabajo, sin embargo lo logré, y lo mejor era que lo había logrado sin siquiera pensar en ella más.
……………..

Mi vida corría sin ninguna novedad. A veces todo me parecía aburrido, sentía un gran vacío que no podía llenar con nada. Podría haber sido mi baja autoestima, sentía que no le servía al mundo en nada, y que tal vez hubiese perdido la capacidad de sentir. Era sensible, aunque no muchas veces lo demostraba. Me dolía serlo. Muchas personas me describían como alguien muy débil, muy “llorona” y fue precisamente eso lo que me invitó a dejar de ser un libro abierto ´para ser alguien mucho más fuerte, al menos, por fuera.
Nunca es bueno vivir recordando el pasado, si no superas que eso ya fue y tomar solo lo bueno de ello, y recordarlo con gusto, más no con ganas de querer volver a vivirlo, entonces nunca podrás continuar y visualizar todas las cosas que quieres lograr en el futuro, por las cuales debes empezar en el presente. Sin embargo, me aferraba al recuerdo de alguien que ya tenía dos años de haberse ido. Resulta tan difícil el hecho de aceptar que tienes que olvidar a alguien con quien viviste tantas cosas. Podría resultar una historia demasiado larga, sin embargo lo resumiré en pocas palabras, a comparación de todos los sentimientos que hubo en aquella relación.
—Deberías conocer a más chicos… te la pasas recordando a ese tipo que te dejó sin pensar en ti. —exclamó Maggie, una de mis mejores amigas, mientras estábamos sentadas en la explanada de la universidad.
—Los conozco, desde hace dos años he tenido dos novios…—suspiré—y ninguno me ha convencido…
— ¿Por qué? ¿Qué tiene el tal Julian  que no tengan los chicos más guapos de la universidad?
—No es eso Maggie… —guardé silencio—simplemente hay toda una historia detrás de todo mi sentir. No recuerdas con tanto afán a una persona nada más porque sí, ¿verdad?
—Es cierto Camille… pero, ¿qué es lo que hace que la historia con Julian haya sido tan especial?
— ¿Has sentido que de pronto ves a alguien demasiado atractivo físicamente y te imaginas con él muchísimo tiempo y siendo felices el uno con el otro, formando la pareja más feliz del mundo?
—Mmm… pues sí, claro, hay muchos chicos así. —respondió Maggie.
—Pues… así era todo con Julian…
—Sigo sin entender Camille…
—Lo conocí hace 4 años, yo tenía 15 y el 17. Y todo parecía ser perfecto. Yo lo amaba, el me amaba y todo parecía ser un cuento de hadas, el de un día para otro se tuvo que ir a estudiar a Suiza, respeté su decisión y nos prometimos dejarnos en paz esos 6 meses en los que se iba a ir, pero ya pasaron dos años y aún no sé nada de él. Esa es la historia…—dije con un poco de enfado y hasta desinterés.
—Tu historia no parece muy profunda, pero tus motivos tendrás para no contarme todo con lujo de detalles. Lo respeto Camille, pero aún no entiendo exactamente por qué es que él significa tanto para ti…

Salí de la universidad y como todos los días, me dirigía caminando a mi casa, la cual quedaba a unas cuantas cuadras de ahí. Iba pensando en la historia que le había contado a Maggie acerca de Julian y yo. Me sentí culpable porque a pesar de ser mi mejor amiga, no pude contarle la verdadera historia. Le conté una que había ya escuchado muchas veces, en todo tipo de cuentos, historias de ficción, revistas, famosos, etc. Pero por supuesto que no había sido la real. “Algún día alguien la tiene que saber” pensé.
……….
Me disponía a pasar a casa de Jane para ir al cine y a cenar. Llegué a su casa y como siempre me recibió con una gran sonrisa y un efusivo abrazo. La abrasé de la misma manera, pero inmediatamente al percibir el aroma de su cabello mi corazón sintió un gran golpe y me retiré rápidamente de ella.
—¿Cambiaste de perfume? —dije exaltado.
—No… ¿por qué? ¿No te gusta? —preguntó Jane intrigada.
—Sí, claro que me gusta… es solo que…
—Es mi nuevo shampoo… ¿Será eso?
—Si… es tu cabello, pero no huele mal, al contrario… huele muy bien… —la volví a abrazar cariñosamente, pero ese aroma no se despegaba de mí. Era un olor conocido, muy conocido y tal vez sabía a quién le pertenecía, pero me rehusaba a admitir que yo pudiese acordarme tanto de los detalles de alguien, sobre todo después de todo el tiempo que había pasado.
Llegamos al lugar en donde cenaríamos y en la luz tenue decidí darle a Jane una noticia que tal vez no le agradaría del todo.
—Jane… mañana llega mi mejor amigo, el que vive en México, viene a visitarme.
—Vaya… —suspiró—tal parece que el mundo te quiere convencer de que regreses…
—No, no… solamente viene a verme y a saber que ha pasado con mi vida en estos dos años, recuerda que yo solo tenía pensado estar aquí 6 meses…
—Estoy segura de que después de la visita de tu amigo tendrás más ilusión por regresar a México.
—Pues no estés tan segura, no será así. Mi futuro está aquí y no hay nada más…
Al otro día muy temprano tocaron el timbre de mi departamento. Muy contento por la visita que me esperaba y rápidamente abrí la puerta. Efectivamente, era Eduardo, mi mejor amigo al que no veía desde hacía dos años y quién había venido a pasar un par de días en Suiza.
— ¿Cómo te ha ido hermano? Todos te extrañamos mucho en México.
—Excelente, todo está perfecto a excepción de que también extraño a mi familia y amigos en México, pero algún día regresaré de visita y recordaremos un poco de los viejos tiempos.
—Es cierto, muchos se han ido a otros lugares a estudiar la universidad, pero, ¿saber quién aun sigue ahí?
— ¿Quién? —pregunté sin saber la respuesta que me esperaba.
—Camille —respondió Eduardo con una sonrisa un tanto macabra.
—Ah… —exclamé desconcertado—y… ¿Cómo está? —pregunté temeroso, quizá sin querer obtener una respuesta.
—Muy bien, muy linda. —respondió Eduardo intrigado por saber mi respuesta. —Está en la universidad, sigue teniendo esos mismos ojos expresivos, y la sonrisa coqueta, sigue siendo tímida pero muy risueña.
—Me da gusto… —respondí melancólicamente… — merece ser feliz.
—Julian, dime la verdad… ¿Aún la quieres?
Era una respuesta que no se trataba de pensar, sino de sentir, y la verdad es que lo primero en lo que pensé en responderle, era absolutamente la verdad…



Continuará…

lunes, 14 de noviembre de 2011

Capitulo 1 “Recordar duele”

AL OTRO LADO DE LA LUNA



Miro su foto mientras la sostengo con mucho cuidado, como si fuese algo de cristal, un cristal muy frágil, quebrajado por el tiempo, por la distancia y quizá por el olvido. “Esos ojos, ese cabello, esa sonrisa…” pasa por mi cabeza todo aquello mientras estoy sentado en el sofá completamente en silencio.
De pronto tocan el timbre, pongo la foto debajo del cojín del sillón y me dirijo a abrir, al hacerlo observo su gran sonrisa y con sus brazos extendidos, me abraza el cuello y me da un beso muy efusivo, contrastando con lo que yo estaba sintiendo en ese momento.
— ¡Mi amor! ¿Ya estás listo? Dijo Jane mientras entraba casi brincando al departamento.
Jane, ¿Y si nos quedamos aquí? dije muy desanimado mientras me sentaba en el sillón de nuevo.
Es injusto… siempre nos tenemos que quedar aquí porque nunca quieres ir a las fiestas familiares. ¿Qué tienes? dijo sentándose junto a mí.
Nada… es solo que hoy no tengo ánimos para salir, mejor quedémonos a ver una película y comer palomitas, ¿te parece?
Está bien… guardó silencio mientras yo encendía la televisión—¿Sabes Julian? Hay veces en las que pienso que no me amas de la forma en la que yo te amo a ti…
—Jane… siempre he hablado con toda sinceridad contigo—dije tomando sus manos— ¡Te amo! ¡Entiéndelo por favor! Nunca me cansaré de agradecerte por haber llegado a mi vida…
—¿Lo dices en serio Julian? —Preguntó con lágrimas en los ojos.
—De verdad… —Dije mientras la abrazaba con todo cariño, intentando ocultar todo lo que sentía por dentro, intentando no pensar, no recordar, no desear que alguien más estuviese junto a mí.

……

Dos años ya. Que rápido suele pasar el tiempo cuando estás en espera, ¿de qué? quizá tan solo de una noticia, una letra, una palabra, algo que indique que algún recuerdo de ti vive en alguien.  A dos años de todo aún le sigo escribiendo mails que nunca envío. No tengo el valor de enviarlos y recibir una respuesta no deseada o quizá ni siquiera recibir respuesta. Eso dolería, y dolería mucho, sobre todo porque no sé si esté bien, esté mal, con quién esté, a qué se dedique, que sea de su vida a estas fechas… un nuevo mensaje para enviar está abierto en mi correo electrónico, y aunque no lo envíe, siempre serán palabras que escriba con el corazón.
“Julian:
¿Cómo has estado? Espero que muy bien, y que seas muy feliz en donde quiera que estés. ¿Qué ha sido de tu vida? ¿Sigues con insomnio? ¿Sigues enfermizo como siempre? En dos años las cosas pudieran cambiar mucho, sin embargo creo que hay algo que nunca puede cambiar; el amor. Tú y yo sabemos que no hay “amor verdadero” o “amor sincero” el amor, es simplemente eso, amor. No hay cantidades, no hay tipos, el amor solo es uno y en su mismo nombre y sentir, conlleva todo tipo de cualidades y sentimientos, incluido un adjetivo del que muchos dudan, pero que sin duda hasta hoy en día sigo comprobando que es verdad, indudablemente es ETERNO.
Te recuerdo hoy como cada día, porque no hay un día que no deje de pensar en ti, ni en el que deje de preguntarme: ¿Te acordarás de mí? Espero que al menos guardes un bonito recuerdo, y nunca olvides que a pesar de todo yo siempre estaré para ti, incondicionalmente, no importa lo lejos que estemos o el tiempo que pase, siempre tendrás en mí a alguien que podrá escucharte y ayudarte siempre. Ojalá pronto pueda saber de ti, saber que estás bien y que algún día podré volver a verte.
Camille.
“Como te extraño…” Miré por unos segundos todo aquello que había escrito. Cada vez que lo hacía me temblaban las manos, como si en verdad cada palabra fuera a ser leída por él. Dentro de mí sabía que eso era lo que más deseaba, pero había un pacto de por medio y yo no podía faltar a él.
— ¿Escribiendo de nuevo cartitas secretas?preguntó Aranza, una de las dos primas con las que vivía.
—No son cartitas secretas… —guardé silencio y miré de nuevo hacia la computadora. —es solo que…
—Que lo sigues extrañando… —interrumpió.
—Tal vez…—respondí suspirando.
—Y, ¿entonces por qué no le mandas ese mail y ya te dejas de dudas?
—Ara… ¿Qué harías tú si después de no ver ni saber nada de una persona por una PROMESA te envía de pronto un mail? ¡Obviamente pensarías que se ha olvidado de ti hasta el cansancio! ¡Hasta las promesas! Y, ¿Qué clase de recuerdo sería ese? ¡Sería ofensa!
Cami… la vida solo es una, recuérdalo. Si vas a perder el tiempo en estar manteniendo promesas absurdas de alguien que no sabes siquiera si existe aún, lo siento pero, habrás desperdiciado gran parte de toda esa oportunidad…
—Lo siento, tengo que mantener mi promesa, no lo buscaré,  y así será hasta que el mismo tiempo me indique cuándo podré hacerlo…
Cerré la computadora sin poner atención a lo que había hecho finalmente con el mensaje que había escrito… no sabía lo que me deparaba al haber hecho eso…

…….

— ¿No han llamado tus padres? —preguntó Jane.
—No. ¿Por qué? —respondí.
—Me preocupa… tu beca aquí está por terminar, y no quisiera que te fueras… ¿Cómo iría yo a buscarte hasta México?
—Tranquila Jane… me quedaré aquí en Suiza por mucho más tiempo, más del que tú crees, no puedo dejar todo a la mitad… esta beca es mi sueño y haré lo que sea por conservarla…
— ¿La beca? Ya veo… es lo más importante, lo único que te mantiene aquí.
—Jane, no comencemos de nuevo ¿quieres? —Suspiré—Estoy aquí porque hay demasiadas cosas importantes, incluida tú.
La dejé en su casa. Las últimas tardes se la pasaba hablando de todas sus inseguridades hacia mí, pero sabía que tenía que entenderla, era la única persona que ella conocía desde que vino de Italia a estudiar aquí.  Llegué a mi departamento y enseguida encendí la televisión. No había nada interesante, así que decidí apagarla y encender un momento la computadora. Quería saber cómo estaba todo en México, el lugar en donde crecí, el lugar en donde pasé momentos tan especiales, tan dignos de recordar…
Abrí mi correo electrónico esperando noticias de mis padres acerca de la beca, como estaban los tramites y por cuánto tiempo más podría quedarme, pero no había recibido nada, solo un mail que no tenía asunto y de un remitente que desconocí. Inmediatamente abrí aquel correo y comencé a leer línea por línea… mi corazón comenzó a latir rápidamente…



Continuará...