Al otro lado de la luna

Al otro lado de la luna

sábado, 31 de diciembre de 2011

Capitulo 8 “Una triste realidad”




—Camille… ha pasado mucho tiempo y muchas cosas han cambiado, no sé si…
—Ya, ya entendí… no sigas por favor.
No quería escuchar aquella respuesta que seguramente me rompería el corazón en los pedazos más finos que haya podido.
—Camille… tienes que entenderme. Quizá tu sientas lo mismo que yo y ni siquiera te hayas dado cuenta, es difícil comprenderlo y sobre todo aceptarlo.
—Entiendo… —guardé silencio—creo que debo regresar a mi habitación antes de que mis papás se den cuenta de que estoy afuera.
— ¿Nos volveremos a ver? —preguntó tiernamente.
—Podríamos esperar a ver que dice el destino
—Pues espero diga que sí…
Entré a mi casa silenciosamente, el se quedó sentado afuera. Nunca supe que estuvo pensando todo ese tiempo. Me detuve en la ventana de mi recamara,  veía lo hermoso del cielo oscuro, las estrellas… pero esta vez no era solamente porque ese cielo era lo que nos unía a Julian y a mí, esta vez era lo que había cubierto nuestro reencuentro.
Esa noche estuve pensando en todas las cosas que habíamos pasado él y yo, cómo era que por simple “casualidad” nos habíamos vuelto a encontrar. Era el destino, simplemente, el destino, y si él nos había puesto en el mismo camino de nuevo era por alguna razón, y yo no estaba dispuesta a renunciar a ese destino, a desilusionarme solo porque no supo explicar que sentía por mí… estaba dispuesta a recuperar su amor, a intentarlo una vez más…
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Me quedé un tiempo sentado afuera de su casa para pensar en aquella pregunta que no había podido responderle. Quería intentar descifrar que era lo que sentía por ella y lo que sentía por Jane, a quién no olvidaba, sobre todo porque yo le prometí que volvería.
Regresé a mi casa y estuve a punto de llamarle a Jane para saber cómo estaba, saber que sentía cuando escuchara su voz después de haber visto a Camille, dudé. Dudé porque temía comprobar lo que estaba pensando, y no quería confundirme más, y decidí que mientras estuviera en México iba a disfrutarlo al máximo, sin embargo cuando regresara a Suiza, México dejaría de existir para mí.
Al siguiente día fui al hospital a ver a mi abuelo. Es increíble ver como la vida se va apagando poco a poco. Recordé cuando era un niño y jugaba con él, cuando todavía podíamos correr juntos, y verlo ahí, en esa cama, conectado a todos esos tubos, me causaba tanta tristeza. Lloré, no pude contener mis lágrimas, el día anterior lo había visto, pero no así, no sentí que quizá pudiesen ser precisamente aquellos los últimos momentos en los que pudiera verlo.
Un poco antes de llegar a mi casa, pude observar a lo lejos que alguien estaba sentado frente a la puerta, al poco tiempo pude distinguir que era Camille, estaba esperándome. Bajé del auto y mis papás entraron a la casa mientras yo me quedé con Camille. Ella me miró a los ojos y pudo ver en ellos la gran tristeza que tenía por dentro, solo me abrazó, me abrazó durante mucho tiempo. Nos quedamos toda esa tarde juntos, así, solamente sentados conversando, como solo con ella podía estar.
A partir de ese día, por las mañanas iba a visitar a mi abuelo y al salir veía a Camille. Algunas veces ella también me acompañó a verlo, mientras cada día era más feliz porque él estaba mejorando notablemente y todo iba marchando a la perfección.
Cuando veía a Camille podía ver a la misma niña tierna a la que había conocido 4 años atrás, y sabía que era con alguien exactamente como ella con quién quería pasar el resto de mi vida. Quizá era demasiado joven para decirlo, pero desde que la conocí ella había cautivado todos y cada uno de mis sentidos, era definitivamente con ella con quién quería estar.
Pasamos semana y media juntos, era martes y el siguiente domingo tenía que regresar. Y a pesar de mis ganas de besar a Camille, nunca lo hice. No lo hice porque era traicionar lo que nunca terminé estando en Suiza, la relación con Jane, y a pesar de que Camille significaba cosas extraordinarias, no podía traicionar a Jane, pero tampoco a ella, así que decidí que tenía que decirle la verdad. No lo hice porque conocía a Camille, y sabía que para ella sería un golpe muy duro, y todo cambiaría, porque de alguna u otra forma yo le había ocultado algo muy significativo, así que preferí mantenerme un poco alejado de ella en ese aspecto, intenté demostrarle que la veía solamente como a una amiga, aunque muchas veces sin quererlo, le hacía ver totalmente lo contrario, lo que realmente sentía por ella.
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Aquellos fueron los días más hermosos de toda mi vida. Aunque no nos tratáramos como novios propiamente, pues solamente platicábamos, salíamos, reíamos juntos y nos abrazábamos, nunca nos besamos. Pero realmente eso no importaba mucho. Estaba junto a mí y eso era lo importante, aunque no me explicaba porque en todo ese tiempo nunca intentó besarme, ni siquiera mencionaba algo de volver a ser novios. Yo presentí que algo ocultaba, porque a pesar de eso yo sentía que él me amaba como antes, pero había algo que pesaba de igual forma.
La tarde del martes, 5 días antes de que se fuera me decidí a declararle todo lo que sentía por él y esta vez esperaría la respuesta, fuese cual fuese…
Habíamos ido al cine y saliendo de allí nos dirigimos hacía un hermoso jardín que estaba cerca, nos sentamos en una banca. Me tomé unos minutos para tomar valor y decirle todo lo que deseaba decirle desde hacía mucho tiempo.
—Julian, quiero contarte una historia… como aquella que inventamos en la preparatoria, ¿Recuerdas?
—Como olvidarla… por supuesto que recuerdo como me cambió la vida cuando te conocí.
Sonreí. Era la primera vez que mencionaba nuestra relación y eso me indicó que iba por buen camino, así que decidí continuar.
—Erase una vez… —sonreí —una chica que nunca pensó encontrar el amor. Una chica que se sentía con tan mala suerte para esas cuestiones que había renunciado a hacerse ilusiones con algo que quizá jamás llegaría… Pero, ¿Qué crees?
— ¿Qué? —rió sabiendo de que se trataba.
—Un día se topó con el chico más presumido de toda su escuela y los obligaron a trabajar juntos… con el paso del tiempo ella se dio cuenta de que aquel chico no era tan presumido como pensaba, y encontró en él algo que jamás había pensado encontrar…
—Sin dejar a un lado que él pensó también que ella era una ñoña de primera… y después se dio cuenta de que era la persona más hermosa que pudo haberle puesto la vida en el mismo camino…
Me derritió. Sentía enormes ganas de llorar y de arrojarme a sus brazos y besarlo con todas las ganas del mundo, pero resistí hasta terminar aquello que había comenzado.
—Ella encontró en él algo más que un novio. Encontró a su mejor amigo, a la mejor persona, los brazos más cobijadores, las manos mas tibias, los ojos más sinceros, la sonrisa más tierna, los labios más suaves, el corazón más puro… —una lágrima corrió por mi rostro y el la limpió tiernamente con sus manos. —Sé que todo esto te parecerá muy cursi, lo sé, pero siempre deseé decírtelo, porque es todo lo que siempre he sentido…
—Pues son las palabras más hermosamente cursis que he escuchado, créeme… no sabes lo que estoy sintiendo…
—Pero él se tuvo que ir y la dejó solamente con su recuerdo, la dejó con miles de noches de insomnio, recordando todo aquello que vivieron juntos, aprendió a ser feliz con la felicidad que quedaba de todos esos momentos… —tomé sus manos y lo miré a los ojos— pero lo volvió a encontrar y no está dispuesta a dejarlo ir como lo hizo la primera vez… te amo Julian, no te he dejado de amar…
Nos abrazamos tan fuerte como pudimos, hasta que sus labios buscaron los míos y nos besamos como jamás lo habíamos hecho, con la intensidad de quién espera durante dos largos años, con el amor que había estado guardando solamente para él todo el tiempo que habíamos estado lejos…
—Te amo Camille, te amo con toda mi alma, jamás te dejé de amar, jamás te dejé de pensar, jamás dejaste de estar conmigo porque siempre te tuve en mis pensamientos y en mi corazón, siempre recordaba todos los momentos que pasé a tu lado, nunca podré olvidarte Camille, nunca…
Mi corazón latía más rápido que nunca. Estaba llorando, pero esta vez mis lágrimas eran de felicidad, hubiese querido detener ese momento hasta siempre.
—Quédate conmigo esta noche ¿Si Camille? No quiero separarme de ti.
—Pero… ¿en dónde?
—Pues si quieres en el patio de tu casa, en la sala, donde sea, pero quédate conmigo.
—Si quieres le decimos a mis papás y nos quedamos en la sala viendo una película, o escuchando música, ¿está bien?
—Donde sea, lo único que quiero es estar contigo.
Tomados de la mano caminamos hasta llegar a su casa, pasaría a avisarles a sus papás. Llegamos y entré con él. Su reacción fue extraña cuando al entrar escuchamos a sus papás platicando con una mujer, yo la desconocí por completo, pero él parecía estar reconociéndola. Apresuró el paso y llegamos a la sala, en donde se pudo cerciorar de que era quién él mismo pensaba…


Continuará...

martes, 27 de diciembre de 2011

Capitulo 7 "Volverte a ver!"



Nos quedamos perplejos. Noté que él tampoco imaginó algún día volver a verme justo en ese momento y en ese lugar. Se veía diferente, estaba mucho más alto, tenía la voz más gruesa, la piel se le había aclarado más y seguía siendo delgado, aunque había mejorado. Pero sus ojos seguían siendo los mismos, la misma mirada dulce y carismática, la misma forma de hablar que siempre me había encantado, era el mismo… y yo no lo podría creer.
Nos miramos, quedamos así por varios segundos que a mí me parecieron años, años en donde pude observarlo completamente, pude diferenciarlo de aquel chico hermoso con el que había compartido tantas cosas. Y a pesar de lo mucho que teníamos que decirnos el uno al otro ninguno de los dos se atrevió a mencionar alguna palabra.
— Mira… nos la encontramos justamente ahora mismo hijo…
La señora nos observó a los dos, intentando adivinar que era lo que estábamos pensando él y yo, intentaba que alguno de los dos habláramos pero no teníamos el suficiente valor para hacerlo, así que ella decidió por sí misma, romper el hielo.
—Bueno, creo que debemos dejarlos solos, ¿no, Gonzalo? —se dirigió al padre de Julian.
—Si, por supuesto, los dejamos platicar y regresamos por ti Julian, en media hora, ¿estás de acuerdo? —observó a Julian tratando de que reaccionara.
—Si… si está bien.
Sus papás se alejaron y nos quedamos frente a frente observándonos a los ojos, tenía tanto que decirle y tan poca valentía para hacerlo… no sabía cómo iniciar, que decir… afortunadamente el tomó la iniciativa para comenzar aquella conversación…
—Al fin solos, después de tanto tiempo, ¿no?
—Mucho tiempo… dos años exactamente. Y todo a nuestro alrededor ha cambiado tanto, casi como nosotros mismos, como tú, ya no eres cómo te recordaba…
— ¿Físicamente? —Sonrió—por que por dentro sigo siendo exactamente igual, eso no cambia.
—Pues no sé… te vez, diferente…
—Tú tienes la misma sonrisa, pero también has cambiado mucho. —Dijo tiernamente.
—Nunca pensé encontrarte justamente aquí… —suspiré—tenerte frente a mí como en este momento, justamente cuando había perdido las esperanzas de volver a hacerlo…
—Créeme que el más sorprendido soy yo, a penas llegué ayer, vine a ver a mi abuelo. Cuando te llamé te conté que está muy grave en el hospital, pero en ese entonces no sabía si podría venir, y si pude, tengo dos semanas de vacaciones y estaré aquí.
—Y, ¿Regresarás? —pregunté con la ilusión de obtener una respuesta negativa, pero no fue así.
—Si… tengo que regresar.
—Pues… está bien, si todo lo que estás logrando es por tu bien, pues al menos todo va a valer la pena.
—Cumpliste tu promesa… y yo la rompí.
— ¿La de no buscarte? —sonreí irónicamente. —no sabes cuántas veces estuve a punto de no hacerlo.
—Pero fuiste más valiente que yo. Yo me derrumbé y te busqué cuánto más pude hasta encontrarte, al menos por teléfono.
Tuve muchísimas ganas de abrazarlo en ese mismo instante, decirle que siempre estaría ahí, en todo momento, a cada instante, que nunca me separaría de su lado, que mi amor había esperado por el todo este tiempo, pero antes de hacerlo debía responderme una duda que tenía desde el día que nos despedimos.
— ¿Me sigues odiando? —pregunté tímidamente.
— ¿Odiarte? —preguntó intrigado.
—Si… aquel día te fuiste muy enojado, no quisiste escucharme más, nunca te despediste de mí, te fuiste así, de la nada… y eso solo me lo puedo explicar de alguien que me odia profundamente…
— ¡Por favor Camille! —Tomó mis manos con las suyas suavemente —No podría odiarte ni en mil años... me dejé llevar por mi inmadurez, por mi egocentrismo, por mi orgullo… tengo que reconocer que en ese momento si deseé que te arrepintieras tanto de lo que me habías dicho, y me di cuenta de lo mal que estuve hasta después de haber llegado a Suiza. No actúe bien, como debía, y lo siento infinitamente. Ojalá algún día puedas perdonarme...
—No tengo nada que perdonarte Julian. Los dos actuamos mal a consecuencia de nuestra inmadurez, y pues, tuvimos que pagar las consecuencias.
En ese instante volteé y vi que a lo lejos venían sus papás, y entonces todo terminaría.
—Creo que tenemos que platicar de muchas cosas, pero será otro día porque están a punto de llegar tus papás —dije desilusionada—ojalá antes de que te vayas podamos concluir esta plática.
—Yo también lo espero Camille… porque quizá sea la última vez para que podamos hacerlo. —dijo con nostalgia.
Comprendí sus palabras. Sabía que si el regresaba a Suiza jamás volvería a México. Me entristecí notablemente, pero justo llegaron sus papás a impedir que continuáramos.
—Bueno Camille, nos dio mucho gusto volver a verte hija. —dijo su mamá dándome un abrazo.
—Igualmente señora, espero volver a verlos pronto.
—Así será hija, nos vemos. —dijo el papá de Julian dándome un abrazo también.
—Nos vemos Cami, me dio muchísimo gusto volver a verte. —Dijo Julian ofreciéndome su mano.
Pero, ¿Cómo darle la mano a quién justamente en ese momento tenía ganas de abrazar y besar sin soltarlo nunca? Sin embargo lo hice, y tuve que dejar todos mis sentimientos para después.
—Nos vemos Julian. Cuídate mucho.
En ese momento me dirigí para el lugar en donde habíamos quedado de vernos mis amigos y yo pero al llegar solamente le pedí a mi mejor amiga, Karla, que me acompañara fuera de ahí, que necesitaba platicar con ella.
Le conté todo lo que había sucedido en el reencuentro de Julian y yo y me dijo cosas que realmente me hicieron pensar mucho.
—Y, ¿Si lo intentas de nuevo con él? Es decir, no creo que él te haya olvidado tan fácilmente porque dos años no se olvidan así como así Cami.
—Pero él solo estará aquí por dos semanas, ¿Y después?
—No te preguntes por ello, disfruta el presente, y quién sabe… todo puede pasar en dos semanas, así que ¡Inténtalo! Y lograrás más de lo que piensas…
Me quedé pensando todo el día en las palabras de Karla. Sabía que en algo tenía razón, yo no había dejado de amar a Julian y si ya una vez lo había perdido no estaba dispuesto a hacerlo una vez más, ¿quería una oportunidad? Pues ahí estaba la mejor que se me había presentado durante dos largos años.
……………………………
Había sido tan confuso volver a verla. Me sentí como hacía años no lo hacía, sentí que una parte de mí que había estado dormida en los dos últimos años, había despertado en cuánto la vi. Aún me causaba ese “no sé qué” que desde el principio causó en mí. Mi mamá en el trayecto al hospital me preguntó acerca de cómo había visto a Camille, y realmente le respondí muy fríamente, pero la verdad es que no era así, no sabía cuán significativo había sido ese reencuentro para mí.
Pero todo se olvidó cuando llegué al hospital y vi a mi abuelo acostado, conectado a los aparatos y a punto de dejar de respirar… era difícil, sobre todo porque lo quería demasiado, era mi segundo padre, era la causa por la que yo estaba aquí de nuevo, y eso pesó mucho en mí, me hizo sentir demasiado mal.
 Llegamos a mi casa y lo primero que hice fue acostarme en mi cama viendo hacia el techo, con las manos detrás de mi cabeza. Cerré los ojos para intentar olvidarme de todo. Había sido un día muy confuso… pero la primera imagen que pude observar fue a Camille, así, frente a mí, abrí los ojos  me decidí a no dejar eso solamente en una imagen en mi cabeza, pero era desgraciadamente ya muy noche para que saliera sin que mi mamá se quedara muy preocupada, a pesar de mi edad se había vuelto más sobreprotectora  conmigo desde que me fui a vivir a Suiza, debido al contraste de seguridad en ambos países, y estar en México no era nada parecido, por eso mismo le preocupaba mucho y yo no quería causarle preocupaciones.
Así que decidí saltar por la ventana hacia el patio y de ahí salí corriendo para tomar un taxi e ir a la casa de Camille. Cuando llegué me pareció desconocido todo, sin embargo aún recordaba el número de su casa y pude localizarla. Recordé la vez que estuve por mucho tiempo esperándola allí mismo, y decidí que esta vez fuese diferente. Saqué mi celular y le llamé.
— ¿Quién habla? —preguntó intrigada, quizá presintiendo que era yo.
—Soy Julian, ¿Ya dormías?
—No, aún  estoy despierta, ¿pasa algo?
—No, nada, solamente quería escuchar tu voz. De pronto comencé a sentir muchas ganas de volver a verte y estar contigo.
—Gracias —rió —a mí también me gustaría verte, pero tendría que ser otro día, a esta hora ya no puedo salir de mi casa.
—¿Ni siquiera al patio?
En ese momento comprendió en qué lugar me encontraba y se asomó a la ventana. Le sonreí y le hice una señal saludándola, cerró inmediatamente la ventana y me contestó molesta.
—¿Pero cómo te atreves? ¡Es muy tarde!
—No, no es tan tarde aún. Sal por favor, ¿sí?
—Espérame tantito. —me contestó un poco molesta y colgó.
Me quedé esperando con el temor de que no saliera y me dejara allí esperando. Pero al poco rato Salió por la parte de atrás de su jardín un poco seria, pero no importaba arriesgarme esta vez, quería estar con ella, no lo dudé ni un segundo.
……………………..
Pensé que seguramente estaba loco. Nadie a esa hora de la noche, en esta ciudad, salía como loco a buscarme… pero Julian, lo había olvidado, era capaz de todo, y dentro de mí sentía la alegría más grande del mundo, como decía Karla: Valía la pena intentarlo una vez más.
Cuando salí lo vi parado ahí frente a mí muriéndose de frio, en pleno diciembre no era precisamente lo mejor salir por las noches sin abrigarse tanto. Y lo primero que se me ocurrió fue reclamárselo.
—¿Estás loco Julian? Hace muchísimo frio y es muy peligroso salir de noche. ¿por qué estás aquí?
—Tenía muchísimas ganas de verte Camille, no te enojes por favor. —Dijo sonriendo con su cara de niño pidiendo un dulce o algo que deseaba mucho, cosa que me causó mucha gracia.
 —Ay Julian… —suspiré y lo miré a los ojos.
—Ay Camille…
Me tomó una mano y me jaló directamente hacia él, abrazándome lo más fuerte que podía. Yo no pude resistirme y lo abracé de la misma forma. Percibí su olor de nuevo, su forma de abrazarme, de tocarme, su respiración… tenía ganas de llorar, de reír, de besarlo, ¡de todo! No podía estar más emocionada, me sentí feliz, realmente feliz, mi corazón latía como solamente Julian podía lograr que lo hiciera.
 Después de un rato de abrazarnos sin decir nada, nos sentamos frente a la banqueta de mi casa y comenzamos a platicar, tonterías, quizá no ponía tanta atención a la plática, estaba poniendo más atención a cada uno de sus movimientos, a su mirada, su voz, mientras jugaba también con su mano a la que no quería soltar por nada del mundo. La acariciaba como si no me pareciera que fuese real, reímos, disfrutamos estar juntos, hasta que llegó el tema más difícil de tratar entre nosotros dos.
—Camille, ¿Realmente pensabas así el día que nos vimos por última vez? ¿Realmente eras capaz de esperarme?
—Te esperé 6 meses Julian, pero tú nunca volviste… —Agachó la cabeza al escuchar eso—Te esperé dos años… te sigo esperando hasta este día Julian.
Me miró a los ojos incrédulos. Se quedó callado como pensando en que podría decirme en ese momento y ante no obtener respuesta, decidí obtenerla por mí misma.
—Julian, ¿Prometes responderme con la verdad, no importando cuál sea?
—Te lo prometo.
—¿Sigues estando enamorado de mí?


Continuará...

jueves, 22 de diciembre de 2011

Capitulo 6 “La hora del adiós”


Esa noche no pude dormir. Me inquietó mucho ese beso y decidí que la iría a ver al otro día por la mañana, quería saber que era lo que había significado. La verdad era que estaba enamorándome de Camille tan rápidamente como jamás pensé hacerlo y no me importaba nada más, quería estar con ella sin duda alguna.
Al otro día por la mañana me senté en la puerta de su casa donde la había dejado un día antes. Me quedé sentado esperando a ver si salía, quería darle la sorpresa de que la estaba esperando allí mismo. Pasaron dos horas y yo a había perdido la esperanza de encontrarla así que iba a tocar el timbre, cuando escuché que la puerta se abrió y ella iba saliendo.
—Julian… ¿Qué haces aquí?
—Te esperé toda la noche… —sonreí orgulloso.
— ¡Eres un mentiroso! —Sonrió sabiendo perfectamente que no era cierto—No, en serio, ¿qué haces aquí afuera? ¿Por qué no tocaste?
—Quería darte una sorpresa…
— ¿Más de las que ya me has dado?
—Y las que te esperan… ¿Qué te parece si salimos hoy?
—Pero tendrías que regresar al rato porque tengo que arreglarme
—Así te vez muy bien… vamos ¿sí?
—Regresa a las 4 y si iré contigo.
—Está bien.
Y así fue como fui a mi casa y rogué porque pasara el tiempo rápidamente para ir por ella. Llegó esa hora y así fue como comenzaron muchas de nuestras citas, hasta que un mes después de aquel primer beso fue cuando comenzamos a ser novios, le pedí que lo fuéramos una tarde en la que estábamos sentados afuera de su casa, viendo el cielo, ese cielo que ella tanto amaba.
—¿Ves esa estrella brillante?
—¿Venus? —respondí presuntuosamente.
—Sí, Venus.
— ¿Qué pasa con ella?
—Es mi estrella favorita. Siempre regresa junto a la luna, no importa a donde vaya, si se separan algún tiempo, siempre vuelven a estar juntas… así concibo el amor.
— ¿Reencontrarse?
—Sí, el amor es algo más fuerte que la distancia o el tiempo, porque no importa cuán lejos o cuánto tiempo hayas estado separado de alguien, siempre habrá oportunidad de reencontrarte con esa persona a la que en verdad amas.
— ¿Sabes Camille? Siempre te admiré porque eres de las pocas chicas que conozco que en verdad creen en el amor, y estoy seguro de que a la única persona a la que le confiaría mi amor sería a alguien exactamente como tú. —La tomé de las manos y la miré a los ojos mientras ella me respondía de la misma forma, muy tierna, muy delicada.
—Nunca pensé que alguien como tú pudiera decir eso Julian… siempre pensé que tú también eras esa persona con la que quería descubrir que es el amor.
—Camille… ¿Quieres ser mi novia?
Increíblemente al pronunciar esas palabras me sentí como el más estúpido del mundo. Y no porque no estuviese sintiendo eso de la manera más profunda, no. Solamente por el hecho de que mi corazón latía a mil por hora y las manos me sudaban. Nunca había experimentado algo así y solo esperaba su respuesta ansiosamente.
—Sí, sí quiero. —dijo con una sonrisa e inmediatamente me abrazó y la abracé tan fuerte como pude. Nos besamos, ese fue nuestro primer beso real, mutuo y largo y de a partir de ese entonces no la solté durante dos años.
Fuimos muy felices, vaya que lo fuimos. Hasta que llegó el día de irme a la universidad. Después de 4 meses dejamos de vernos todos los días en el colegio y comenzamos a vernos una vez a la semana, y cuando podíamos, dos o tres veces pero nunca más de 3 horas. Sin embargo siempre estábamos comunicándonos ya sea por chat o por teléfono en las noches. Hablábamos hasta que alguno de los dos nos quedáramos dormidos y el día que nos veíamos era una emoción enorme cuando llegaba la hora de verla.
Hasta que el día que justamente cumplíamos dos años y ella estaba  apoco tiempo de pasar al último semestre de preparatoria y yo a 3er semestre de la carrera, me llegó una noticia terriblemente afortunada.
Yo estaba envolviendo el regalo de Camille cuando entró mi papá a mi habitación y se sentó en mi cama.
—Julian, ¿Qué estás haciendo hijo?
—Nada papá, envolviendo el regalo que le daré hoy a Camille, hoy cumplimos dos años de novios. Mi mamá me ayudo.
—Que bueno hijo… pero, ¿No has pensado en que ya estás a tiempo de irte de intercambio a otro país?
—Pues… si, me agrada la idea, pero creo que más adelante, ¿por qué?
—Hoy te llegó una notificación por parte de la universidad y a mí me llegó una copia, y por tu buen promedio te ofrecen una beca del 100% para irte a estudiar a Suiza, a una de las mejores universidades del mundo.
No lo podía creer. Debo de admitir que sentí mucha emoción, me sentí orgulloso de mí mismo y de lo que había logrado, pero, tendría que abandonar muchas cosas…
—No papá, no quiero.
—¿Por qué no? ¡Es una gran oportunidad, aprovéchala!
—No puedo tendría que dejarlos a ti y a mamá, mi casa, mis amigos, a…
—¿Camille?
—Si… a ella también.
—¿Y perderás la oportunidad más importante en tu vida solamente por una novia? —Dijo muy molesto— ¡Que no hubiera dado yo por una oportunidad como esta!
—No es solo por una novia papá, es por todo…
—Serán solamente 6 meses Julian. Obtendrás muchas experiencias y conocimientos y regresarás y nosotros, tus amigos, tu casa y tal vez Camille te sigamos esperando como siempre.
—No sé papá… no sé.
—Piénsalo y mañana me das la respuesta. El lunes quieren que mandes un oficio a la universidad para apartar tu lugar.
Me dirigí a la casa de Camille totalmente desanimado y confundido. Antes de eso estaba feliz y emocionado por qué ese sería un día especial, y vaya que lo fue, pero no de la manera como yo lo esperaba. Toqué el timbre y ella salió hermosamente arreglada me abrazó como siempre y esta vez la abracé más que de costumbre y ella pudo sentir que algo no estaba bien.
—¿Te pasa algo Julian? —preguntó preocupada.
—No, no me pasa nada Cami… es que estoy cansado.
—Te conozco, y sé que no estás bien. ¿Qué tienes?
—Camille… me están ofreciendo una beca en una de las mejores universidades del mundo en Suiza.
Se quedó callada agachó la cabeza. La cara le cambió totalmente y a pesar de eso trató de darme ánimos, completamente seria.
—Pues… está muy bien. Muchas felicidades Julian, te lo mereces, en verdad.
—Gracias… pero no me transmites mucha emoción que digamos…
—Sí, claro… lo que pasa es que, no sé me causó mucha sorpresa, no me lo esperaba hoy, pero sabes que yo te apoyo en todo lo que tú decidas.
—Y, ¿si yo decido no irme?
—Serías un estúpido. —dijo muy molesta.
—¿Qué? O sea… Camille, a mi me importas tú y lo que pienses tú y lo que sientas tú, ¿Y me sales con eso?
—Lo siento pero, es la verdad Julian. Tu y yo no vamos a estar juntos para siempre digo, estamos aún muy jóvenes, nos esperan muchas cosas por vivir… —guardó silencio—no vamos a renunciar a todo nuestro futuro solamente por alguien que te puede esperar los 6 meses que te vayas, ¿No es así?
—Eso es cierto, pero Camiile, ¡esperaba otra respuesta de ti!
— ¿Qué te dijera que no te fueras?
—Pues, algo así…
—No Julian, yo quiero lo mejor para ti y lo mejor es eso. No voy a ser egoísta contigo, quiero que seas feliz y que logres todos tus propósitos.
—Está bien… así será Camille. Muchas gracias por todo y aquí termina todo.
—Julian… no quise decir eso, ya te dije que yo puedo esperarte….
— ¡Pues no quiero que me esperes! Yo también quiero lo mejor para ti y no quiero que desperdicies el tiempo de esa forma, yo encontraré a alguien más y tú también.
— ¿En verdad eso piensas?
—Si vamos a ser tan racionales como tú lo acabas de ser, sí, eso pienso.
—Pues, está bien, quiero que me jures algo Julian…
—Dime.
—Júrame por mí misma que jamás, jamás en todo el tiempo en el que estés fuera me buscarás.
—¿Para qué quieres eso?
—Por que yo te juro que tampoco te buscaré. Si tú regresas y yo te recuerdo, está muy bien, y si cuando regreses aún me recuerdas, es que lo nuestro era real como tanto lo prometimos.
—Pues por mi parte te juro por ti que jamás te buscaré. No te preocupes…
Me di la media vuelta. Estaba furioso. Camille había querido parecer muy madura pero había hecho lo contrario. Luchó contra sus propios sentimientos lo sé, quizá por mi bien, pero nunca debió hacerlo, porque yo en ese momento la concebí como la persona más falsa que podría existir en todo el mundo.
—¡Julian! Espera...
—Tengo que irme Camille, ¡Ya basta! Deja de estar de infantil cambiando de opinión. Si ya dijiste algo se congruente con eso y punto.  Ya te juré que jamás te buscaré ni sabrás nada de mí, ahora déjame ir por favor.
Me fui sin mirar atrás. No supe que quería decirme. Me dejé llevar por la rabia que tenía por dentro. Ese mismo lunes mandé la carta a la universidad y emprendí mi viaje 2 semanas después. Estando ahí y terminando ese semestre, me ofrecieron que terminara la universidad en Suiza, y así fue. Jamás volví a pisar México hasta el día de hoy.
En la foto que tenía en mis manos observaba a la Camille risueña y graciosa que curiosamente ya casi no recordaba. Sentía que esa persona se había ido para no volver. Ni siquiera me había podido despedir bien de ella. Ahí tenía como 16 años, me estaba abrazando por el cuello y los dos sonreíamos felices, casi había olvidado que hasta un día antes de irme, lo habíamos sido.
Escuché pasos y volví a meter la fotografía en el cajón en el que la había encontrado.
—Hijo, ¿Quieres ir a comer fuera? —preguntó mi mamá.
—Si, a donde quieras mamá.
—Entonces baja ya para irnos con tu papá.
Llegamos a un centro comercial muy famoso en la ciudad, nos dirigíamos al área de restaurantes cuando encontré una tienda de discos y decidí entrar a ver cuales estaban allí de los grupos que antes me gustaban, cuando salí vi a mis papás a algunos metros detenidos, saludando a alguien, y me dirigí hacia ellos…

……………………………………..

Comencé a salir con mis amigas como hacía mucho tiempo no lo hacía. Y también después de mucho tiempo un chico me había invitado a salir y yo acepté. Luis me gustaba, y pensé también en comenzar algo nuevo con él. Un día mis amigas y yo habíamos quedado de vernos en un centro comercial con mis demás compañeros de la universidad en los que también Luis estaba incluido.
Yo tenía un presentimiento sobre aquella salida, pero nunca me imaginé que mi sorpresa sería aún más grande de lo que mi presentimiento me indicaba.
Estábamos mis amigas y yo caminando por el centro comercial esperando a que llegara la hora para reunirnos con mis amigos cuando me detuve a ver una blusa muy linda que vi en un aparador. De pronto volteé para alcanzarlas cuando me llamó la atención una pareja que estaba a pocos metros de mí pero se dirigían en sentido contrario al que yo iba, observé a la señora de la misma forma en la que ella me observaba a mí, fue cuando la reconocí y me detuve bruscamente.
— ¿Camille? —dijo la señora sorprendida.
— ¡Señora Paulina! —dije emocionada. Realmente me daba mucho gusto volver a ver a los papás de Julian, en esos años les tomé mucho cariño.
— ¡Milagro hija! ¡Qué gusto verte! —Me abrazó fuerte.
— ¡Camille, que gusto volver a verte! —Exclamó el papá de Julian dándome un abrazo también.
—Igualmente señor, ¡que sorpresa verlos después de tanto tiempo!
Mi corazón no dejaba de latir. Era lo más cerca que había estado de Julian desde hacía dos años, al menos de sus papás. Y me sentí feliz por eso, era revivir momentos que recordaba con mucha felicidad, sin embargo la emoción dejo de serlo pocos minutos después….
— Si hija, ¡qué bonita estás! ¿Cómo has estado? ¿Cómo están tus papás?
—Muy bien señora, muchas gracias. Yo estoy en la universidad…
Y en medio de la plática alguien se acercó a ellos y exclamo unas cuantas palabras. Sentí que me desmayaba, mientras el se dirigía a su mamá y no volteaba a verme rogué al cielo que no fuese quién yo pensaba. Mis ruegos se terminaron cuando él me dirigió la mirada…
—Mamá, préstame 200 pesos, me hacen falta para… —Y fue entonces cuando dirigió la mirada hacía la persona con la que estaban platicando sus papás, o sea, yo…


Continuará...

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Capitulo 5 "Así comenzó todo"

Era un día de Noviembre, un Noviembre con aire frio y sol brillante como comúnmente lo era, un mes en el que mi vida había estado vacía hacía a algún tiempo. Yo tenía 17 años y si, tuve algunas novias anteriormente, pero ninguna de la que me hubiera enamorado realmente. Yo era el capitán del equipo de futbol de la preparatoria y aunque tenía bastantes fans a mí alrededor, nunca me detuve a ponerle atención a alguna de ellas. 
Para todos en la escuela yo era el típico engreído mujeriego, y podría haberlo sido porque yo no creía en el amor, ni en la fidelidad, el noviazgo o cualquier otro motivo “cursi” que pudiese mencionarse, para mí la vida era juego y salir con mis amigos comprarme cosas nunca pensé que alguien fuera lo suficientemente importante como para alejarme de todas aquellas cosas a las que yo consideraba lo más importante en mi vida.
En mi colegio había niñas a las que yo jamás había volteado a ver en toda mi vida, no eran lo suficientemente bonitas (Según yo) como para captar mi atención. Hasta que un día la profesora de español nos puso a escribir una historia para un concurso, pero esta tenía que ser en parejas de chicos de tercero y chicas de primer año, y  lo peor de todo era que teníamos que escribir una historia de amor. La idea me pareció estúpida, sin embargo la maestra procedió a acomodarnos según el número de lista que tuviéramos y fue ahí en donde coincidí con Camille.
Cuando la vi por primera vez me pareció tan infantil. Aparentaba más edad pero al hablar demostraba no ser muy madura, cosa que me hizo dudar de su edad.
—Camila… —dije dudosamente—Si te llamas Camila, ¿cierto?
—Sin la “A” del final, solamente Camille. —respondió sonrojada.
—Ah… bueno, ¿Vas en primero?
—Sí, ¿Por qué?
—Te vez un poco más grande. —dije de la misma forma directa con la que hablaba siempre.
—Uhm… no, tengo 15 años.
Camille casi no hablaba a menos que yo le preguntara algo, y si la observaba con atención por curiosidad o porque de pronto no entendía lo que decía debido a que hablaba o muy rápido o con volumen bajo, no le gustaba que la observara fijamente, volteaba hacia otro lado o aparentaba hacer otra cosa. Hasta que llegó la hora de dejar la presentación y ponernos a escribir la historia de amor… literalmente.
— ¿Qué te parece si la hacemos de una princesa y un príncipe que no pueden verse porque están lejos separados por un  muro que divide sus reinos y solamente se mandan cartas de un lado a otro? —dijo emocionada.
Solté la carcajada. ¡Era simplemente estúpido! En ese momento deseé que hubiera regresado al jardín de niños para que madurara, sin embargo reaccioné ante la cara de enojo de ella, y traté de tranquilizarme y arreglar la situación.
—Perdón… —tosí e intenté ponerme serio. — ¿No te parece algo… boba la historia? Es decir, actualmente esas historias de princesas esperando a que sus príncipes las rescaten pues… ya no es para nada atractivo, hagamos algo más real, ¿no te parece?
—Pues entonces escribe algo tú, solo te ríes de lo que propongo pero tú no aportas nada… —dijo molesta.
—Mira, que te parece si escribimos una historia donde él tipo sea un súper modelo millonario, encuentra a una hermosa rubia con las medidas perfectas, se casan y son felices para siempre, ¿Te gusta?
—Solamente si esa rubia no es una superficial, porque si es así no vivirán felices para siempre, ella lo cambiará por otro tipo más joven y con más dinero y el se quedará solo y viejo y sin dinero…
— ¿Por qué ese final tan feo? —reí.
—Porque hay cosas que valen más la pena que eso. Si esta va a ser una historia de amor entonces no debe aparecer ahí ni el dinero ni el físico, el amor es algo para siempre y esas banalidades tarde o temprano se terminan, y eso no es amor.
Me la quedé viendo como si frente a mí hubiese estado la persona más extraña de toda la tierra. “Que ñoña” pensé. No sabía si reírme o darle un té o llevarla a la enfermería por decir tanta tontería,  lo peor es que lo decía en serio.
— ¿Hablas en serio? —le pregunté extrañado.
—Sí, ¿No me crees?
—Si… y eso es lo peor. Mira, ya, ni tú ni yo. Que nuestra historia se trate de un chico millonario que se enamora de una chica millonaria y después el se vuelve pobre, ella lo deja por otro y él encuentra a una chica sencilla que le da todo su amor. ¿Qué tal?
—Muy telenovelesco, no me gusta. Mejor el chico millonario se vuelve pobre entonces tiene que viajar a otro país y solo se comunica por carta con la otra chica y su amor resiste hasta que él regresa.
—Bueno… al menos no es tan cursi. Hagámoslo así y ya veremos que se nos va ocurriendo en el camino.
Y después de mucho tiempo de estar discutiendo con Camille  al fin llegamos a una conclusión y nos pusimos a trabajar en ella. Conforme iban pasando los días yo me fui dando cuenta de que ella no era una chica como las que estaba acostumbrado a tratar. Era tierna, muy risueña, noble, sencilla, carismática, amigable, honesta, un poco cursi, muy romántica demasiado creativa, quizá un poco caprichosa y enojona, pero había algo que me llamaba sobre todo la atención… creía en el amor, en el amor utópico, ese que todo lo vence y todo lo logra, y no era cuestión de cursilería o porque fuese fantasiosa, era que REALMENTE ella creía en él… cosa que jamás había visto en una chica.
A pesar de todas las cualidades que veía en ella, no era mi tipo. A mí me gustaban  las chicas populares, a quien pudiese lucir como trofeos por toda mi escuela y por todos lados, chicas a las que les gustara la fiesta, entre muchas cosas más. No como Camille, que a pesar de no ser nerd ni nada por el estilo, no era tan popular como a mí me gustaría que hubiese sido.
Llegó el día del concurso y mientras los jueces leían cada una de las historias, las parejas teníamos que permanecer juntos para esperar el dictamen, así que por primera vez me quedé con ella para platicar de algo que no fuera el trabajo.
— ¿No te gusta salir? —pregunté.
—Sí, obviamente, salgo todos los viernes en la tarde con mis amigas, vamos al cine o a alguna parte.
— ¿No te vas de antro?
—No me dejan entrar, y no me gusta mucho… prefiero ir de compras o algo así.
—Vaya… tú si eres una niña bien portada…
—Por supuesto— sonrió.
—Te gustaría…
—Chicos, vamos a dar a conocer los resultados —interrumpió la directora del colegio, afortunadamente, ya que la invitación que le haría me comprometía a que los demás me vieran con una chica no tan popular, así que tuve la oportunidad de arrepentirme.
— ¿Qué? —preguntó intrigada.
—Que ganemos… vamos a dentro, debemos estar atentos.
Entramos al auditorio de la preparatoria y nos sentamos casi hasta enfrente mientras escuchábamos atentos los resultados del concurso. Pasaron el tercer y segundo lugar, y cuando dijeron el primer lugar nosotros no lo podíamos creer, nos abrazamos y corrimos por nuestro reconocimiento. A decir verdad, me emocionaba mucho que todos me pudieran observar ganando un primer lugar, como en todo hasta ese momento… pero me alegraba también el haber hecho un buen trabajo en equipo. Salimos de ahí y los dos salimos solos así que me ofrecí a llevarla a su casa, pero antes pasáramos a comer a alguna parte.
— ¿Tú me estás invitando a comer a mí? —respondió irónicamente.
—Sí, yo… ¿Qué tiene?
—Nada… solamente que jamás te imaginaría saliendo con una boba como yo…
—No eres boba, eso pensé al principio pero ya me di cuenta de que estaba equivocado, perdóname y ya vamos…
—Está bien… —dijo sonriendo burlonamente.
Terminamos de comer y nos dirigimos a su casa. Unos metros antes de llegar me decidí a decirle unos palabras que jamás pensé decirle.
—Hicimos un buen trabajo, ¿No es así? —Exclamé por primera vez sin ser presuntuoso.
—Si muy bueno… me gustó mucho lo que logramos juntos. —me dijo sonriendo mientras subía el primer escalón de la puerta de su casa. — ¿Ves como el amor es poderoso?
— ¿El de la historia o este? —Dije acercándome lentamente a su rostro, observando sus labios. Por primera vez sentí el deseo de abrazarla y besarla con todas mis fuerzas, en todo ese tiempo juntos ella había logrado que sintiera algo que no quería sentir, al menos no por ella, pero la vida es así, nunca sabes de quién te puedes enamorar.
—Me refiero al de la historia… tontito— sonrió y en ese momento rápidamente me tomó por el cuello y me beso de una forma como nade lo había hecho… el beso duró 10 segundos pero a mí me pareció tan solo uno. Jamás una chica me había robado un beso así como así. Después de eso se metió enseguida a su casa y cerró la puerta demasiado rápido. Yo me quedé perplejo… tenía ganas de entrar a su casa y robarle un beso mucho más largo… sin embargo me contuve y regresé a mi casa riéndome de mí mismo, de que aquella chica “boba” me hubiese robado un beso a mí, el rompecorazones que no creía en el amor…


Continuará...