Al otro lado de la luna

Al otro lado de la luna

sábado, 11 de febrero de 2012

Capitulo 13 "El último adiós" FINAL


Entraron algunos médicos a la habitación y me sacaron de allí. Sentí terror y una angustia enorme. Nunca había sentido tanto miedo y tristeza antes. Lloré como un chiquillo que estaba perdiendo su más grande tesoro, su único amor. Me recargué en la pared y comencé a golpearla con mis puños cerrados, jamás algo me había dolido tanto como en ese momento la muerte de Camille lo estaba haciendo.
De pronto sentí una mano sobre mi hombro, volteé y con sorpresa vi de quién se trataba.
—Lida, ¿Qué estás haciendo aquí?
—Vine a ver qué estaba pasando. Tu mamá me dijo que estabas aquí con una amiga de México y quise venir a ver si todo estaba bien.
— ¿Trajiste al bebé?
—No, se quedó con mi mamá en casa.
Nos miramos a los ojos y ella pudo percibir mi angustia y mis las lagrimas sobre mi rostro. No pude contenerme y nos abrazamos, me consoló con todo su cariño, cómo nunca la había visto. Seguí llorando, en sus brazos encontré un poco de alivio, pero seguí llorando durante mucho tiempo más.
Después de un rato nos dirigimos hacia donde estaban mis papás y les di la terrible noticia, mi mamá comenzó a llorar y mi padre estaba muy desconcertado.
—Hijo, tienes que avisarle a sus papás.
—No sé cómo papá… ¡no puedo! ¿Qué les puedo decir? ¿Qué por culpa mía Camille murió?
—No, no fue tu culpa hijo, todo fue un accidente…
De pronto vimos que el doctor se acercaba a nosotros. Yo quería salir corriendo, quería evitar a toda costa que me confirmara todo, prefería pensar que todo había sido un sueño y nada más.
— ¿Ustedes son los familiares de Camille Duran?
—Sí, somos nosotros. —respondió mi papá, el cual estaba más tranquilo que nosotros.
—Logramos salvarle la vida, pero desgraciadamente sigue en coma, no sabemos por cuánto tiempo esté así.
Volteé a ver al doctor incrédulamente. Me acerqué de nuevo a él y le pedí que me repitiera lo que había dicho, y así era, Camille no murió, tuvo un paro respiratorio pero los doctores habían podido revivirla. Di gracias por tal noticia. Sentí un enorme alivio, sentí que me había regresado el alma al cuerpo y corrí a verla de nuevo. La tomé de la mano de nuevo y comencé a hablarle.
—Me diste un gran susto ¿Sabías? Pensé que te perdería para siempre, pensé que jamás volvería a ver tu sonrisa, tus ojos… nunca vuelvas a asustarme así ¿quieres? Porque a pesar de que ya no estemos juntos, siempre te voy a amar a ti y solamente a ti.
Pasaron los días y Camille fue mejorando poco a poco hasta que pudo despertar. Yo no estaba con ella cuando eso sucedió pero en cuanto llegué al hospital el doctor me avisó y corrí a comprar un ramo de flores para llegar con ellas. Al entrar la encontré con aspecto desmejorado como era de esperarse, pero pudo sonreír al verme entrar.
—Gracias Julian, están hermosas.
—Casi como tú, pero no, nada comparado contigo y tú sonrisa.
—Y sobre todo ahora, ¿No? —Rió—He de verme fatal después de todo lo que me ha sucedido.
—El doctor me dijo que en pocos días vas a poder salir, y entonces te tendré el tour más completo que jamás hayas tenido, y en una de las ciudades más hermosas del mundo. ¿Qué te parece?
—Muy bien pero, creo que eso no podrá ser posible Julian. —respondió con voz débil.
—¿Por qué?
—Porque tengo que regresar a México. Mis padres no saben lo que me sucedió ¿verdad?
—No, no lo saben. Los he tratado de localizar pero no he podido.
—Cambiamos de domicilio, quizá por eso… pero tengo que regresar pronto, sino se preocuparán mucho.
—Entonces… ¿si te irás? —suspiré.
—Si Julian, ya no tengo nada más que hacer aquí.
La miré con tristeza pero supe que finalmente ella tenía razón.
Rápidamente Camille salió del hospital días después. Se instaló en casa de mis padres para pasar allí la última noche en Suiza e irse a México al día siguiente.
Yo regresé a mi casa, no quería estar con Camille los últimos momentos, solo regresaría al otro día por la tarde para llevarla al aeropuerto, al despedirme de ella esa tarde ella me dio una fotografía. Llegué a casa y saqué la fotografía de mi bolsillo, era la fotografía de cuando éramos adolescentes y los novios más felices del mundo, mientras la veía dije en voz alta algo, sin pensar que alguien me escuchaba detrás de mí.
—No sabes cuánto te amo Camille…
—Y ¿Siempre ha sido así?
Me quedé frio. Nunca escuché cuando Lida entró a la habitación. Volteé a verla y ella me miraba con tristeza, pero no tuve más que ser sincero con ella.
—Lida, ella siempre ha sido y será el amor de mi vida. Nos conocimos desde muy jóvenes y desde ese entonces estoy enamorado de ella, pero la vida nos ha separado por distintas razones, ya ahora estoy contigo y el bebé.
—Escuché todo lo que le dijiste hace un rato, y créeme, esas palabra son de alguien que pretende dejar ir a una persona, y mucho más si la amas de esa forma.
—Pero yo amo a mi hijo…
—Lo sé, y sé que por él precisamente es que lo estás pensando tanto, pero… tu siempre vas a poder estar con tu hijo, siempre, el tiempo que tú quieras…
—¿Me perdonarás por eso?
—Te quiero Julian, pero también te entiendo y yo no soy nadie para hacerte el hombre más infeliz del mundo. Un día yo tuve que dejar ir al amor de mi vida y nunca fui tras él, pero tu aún puedes luchar por ese amor, por eso sé que tu lugar está con ella y nuestro hijo, él siempre nos mantendrá unidos, pero ahora de una forma distinta que él cuando esté grande, entenderá.
Nos abrazamos de nuevo. Nunca había conocido a una mujer con ese gran corazón, con esa valentía y esa fuerza para poder hacer lo que hizo, y sobre todo con esa capacidad de entrega y de amar, jamás tuve algo con qué agradecerle eso que había hecho por mí.






Al otro día salí muy temprano a casa de mis padres en donde Camille estaría esperándome para irnos al aeropuerto. Llegué y pregunte por ella, aún estaba preparando sus maletas en la que había sido mi recamara. Entré y estaba a penas cerrando una de las tres maletas que llevaba.
— ¿Ya estás lista Camille? —pregunté nervioso.
—Ya, solo me faltan algunas cosas… pero ya está casi todo. —dijo con una sonrisa.
Me senté sobre la cama en la que ella estaba metiendo sus cosas en la maleta. Después de unos minutos me atreví a decir las primeras palabras.
—Camille, ¿Estás segura de que quieres irte?
—Julian, mi vida está en México. No puedo quedarme, además tú ya tienes tu vida hecha y yo estoy sobrando aquí.
—Eso no es cierto, ¡yo te amo a ti! Y estoy dispuesto a luchar por ti hasta el último instante. Camille, es la tercera oportunidad que nos da la vida, no la desaprovechemos por favor.
—Tú ahora tienes un hijo con el que debes estar. Ya no se trata solamente de ti y de mí, ahora está él y tú no lo puedes abandonar, así como yo no puedo abandonar todo lo que tengo allá.
—Yo siempre estaré con él, pero esta vez lo único que sé es que no puedo ni debo dejarte ir…
—Julian, me costó mucho comprenderlo, pero tenías razón. Hay parejas que por mucho que se amen, simplemente no deben estar juntos. —dijo mientras terminaba de cerrar la última maleta.
—¿Es tu última palabra?
—Si Julian, es así.
—Está bien… Te ayudo a subir las cosas al auto.
Con todo el dolor del mundo lo hice. Subí sus cosas al auto mientras ella se despedía y agradecía a mis padres por todo. Subió al auto y nos dirigimos hacia el aeropuerto, nuestro último destino juntos.
………………………………………………………………………………………………
Mientras íbamos camino al aeropuerto yo iba observando aquella hermosa ciudad, estaba más nerviosa que nunca, como si estuviese tomando la decisión más difícil de mi vida, pero no tenía otra opción, tenía que ser así por el bien de los dos, y ahora también del pequeño hijo de Julian, así que traté de tranquilizarme para no desistir.
Bajamos hacia la sala de espera y nos dirigimos hacia la salida para abordar el avión. Julian ya había dejado mis cosas y llegó la hora de despedirnos.
—Julian, estoy muy feliz de que ahora estés haciendo tu vida tal y cómo algún día la pensaste. Eso me hace muy feliz porque sé que todo valió la pena. —acaricié su rostro—Nunca te voy a olvidar, siempre recordaré aquellos días felices que tuvimos juntos, con esa felicidad incomparable, y esas ilusiones que solo tu creaste en mí… ojalá la vida nos vuelva a reunir otra vez o quizá en nuestra próxima vida…— reí con una lagrima en los ojos —Las cosas sean diferentes y tal vez así y solo así podamos estar juntos de nuevo. ¿Me prometes que tú tampoco me olvidarás?
Se quedó pensativo unos segundos, me sonrió y me limpió la lágrima que tenía sobre mi rostro.
—Nunca Camille, siempre estaré contigo, pase lo que pase, te lo juro…
—Gracias. Tengo que irme Julian… hasta siempre.
—Hasta siempre Camille…
Traté de sonreí y me dirigí a la salida. A punto de salir a la pista le hice una señal para decirle adiós.

…………………………………………………………………………………………........
Reunidos en la sala estábamos los 5 sentados sobre la alfombra frente a la chimenea. Papá terminó de leer la historia y mamá lloraba tiernamente. Y yo también estaba a punto de hacerlo. Nunca había visto a mis hermanos tan conmovidos.
—Y bien, pues… después de esa despedida regresé a mi casa, preparé todo para regresar a México y al siguiente día toqué la puerta de la casa de su mamá, y desde ese día hasta hoy, jamás nos hemos vuelto a separar ni lo volveremos a hacer nunca. —Dijo papá con voz tierna.
—Ustedes ahora ya son unos jovencitos y creímos que este era un día especial para poderles contar toda la historia de cómo un amor puede llegar a triunfar a pesar de todo. Habrá muchas personas que les puedan decir que el amor no existe, que el amor jamás podría superar a la distancia, pero yo puedo prometerles que cuando hay amor real, todo en esta vida se puede. Lo que quise decirles con esto es que, siempre luchen por lo que en verdad aman, todo en esta vida se puede lograr si se lucha por y con amor.
Abracé a mis papás. Jamás sentí tanta admiración por ellos. El amor no había llegado a mí aún pero ahora más que nunca estaba segura de que el día menos esperado llegaría, sin buscarlo, sin forzar, llegaría esa persona por la que tuviera deseos de luchar toda mi vida. El amor existe, nunca dudes de ello.
“A pesar de las terribles cosas en el mundo, siempre habrá un sentimiento que prevalecerá por encima de todo: EL AMOR.
Por eso nunca dejes de amar, ya sea a la naturaleza, a los animales, a tus padres, a tus amigos y sobre todo, a ti mismo, porque siempre, por más duras que sean las decepciones que algunas personas que no saben amar te causen, el amor existe. Para comprobarlo solo debes mirar el cielo, el mar, y todo lo maravilloso de la vida, porque ahí, hay amor. “


FIN

miércoles, 8 de febrero de 2012

Capitulo 12 "¿Como despedirme de tí? Penútimo capitulo


—Entra, toma asiento…

—No, prefiero esperar aquí—respondí asustada.

—En serio Camille, entra por favor, lo que te diré es serio.

Caminé hacia donde ella me indicó. Llegamos al recibidor y me invitó a tomar asiento, mientras los minutos me parecían eternos. No sabía si en realidad quería saber lo que Jane me quería decir o no. En esos momentos tuve los peores pensamientos respecto a ello, pero decidí tranquilizarme y esperar que no fuera lo que más temía.

—Bien, pues… ¿Qué pasa Jane? No me asustes…

—Camille, la vida ha cambiado un poco, o quizá mucho en estos dos años y ya nada es cómo tu lo dejaste. —Dijo Jane con algunas pausas.

—¿A qué te refieres con eso?

—A que, así como tú seguiste con tu vida en México, Julian también lo hizo…

—¿Ya no vive aquí?

—No, ahora vive en una ciudad que está a dos horas de aquí.

—Vaya… ¿Me podrías dar la dirección?

—Te la daré pero, antes tienes que saber algo…

—¿Cómo que otros compromisos? ¿Qué pasa Jane? ¡Dime por favor!

—Julian se casó hace un año…

Un balde de agua fría cayó sobre mí en ese momento. Mi mundo se derrumbó definitivamente y todo me daba vueltas. Me quedé en silencio y no pude decir nada más. Jane pudo percibir la impresión que me causó tal noticia.

—¿Estás bien Camille?

—Sí, sí estoy bien… es solo que, no esperaba recibir esa noticia.

—Camille, medio año después de haber regresado aquí, Julian y yo terminamos y el encontró a una chica suiza que conoció en la universidad, se enamoró como un loco y a los 3 meses se casaron y hace un mes nació su bebé. Yo estoy aquí porque él me vendió el departamento, sus papás viven a unas cuadras de aquí, por si quieres ir a verlos.

Una lágrima resbaló sobre mi rostro sin que pudiera evitarlo. Traté de disimular una sonrisa, pero las lágrimas me estaban venciendo y sentí que era hora de salir corriendo de allí, sin importar hacia donde me dirigía.

—Bueno, gracias por todo Jane, me tengo que ir…

—Y, ¿Tienes a donde ir? Porque si no puedes quedarte aquí, por mí no hay problema.

—No, no en verdad, muchas gracias, nos vemos. —dije mientras me dirigía rápidamente hacia la puerta.

Salí y bajé las escaleras corriendo lo más rápido que podía. Ni siquiera podía ver con exactitud los escalones, hasta que al llegar al último ya con las lágrimas a punto de caer no vi el último y terminé por caer con todas las cosas que llevaba.

Lloré, lloré mucho. No era por el golpe que me había dado, ese solo había sido un pretexto. Lo que yo sentía iba más allá del orgullo o la decepción, mi corazón estaba realmente destrozado. Me quedé allí sentada mientras lloraba con desesperación, gracias a ello se acercó una persona a ver que me sucedía, como pude le dije que no pasaba nada, me levanté y seguí caminando por las calles en aquella fría tarde nublada.

……………………………………………………………………………………………..

Llegaba a mi casa de trabajar como lo hacía todos los días. Afortunadamente nunca tuve problema por haber sido un extranjero que llegó de intercambio para quedarse en Suiza, me gradué y conseguí un muy buen trabajo. Lida había traído eso y más a mi vida, ahora tenía muchas más razones para vivir feliz. Ahora tenía a un bebe de un mes por el cual estar orgulloso y sentirme el hombre más afortunado del mundo.

Tomé asiento en uno de los sofás de la sala cuando Lida, mi esposa, me llamó para decirme que tenía un recado para mí.

—¿Y qué será lo que quiere Jane?

—No sé, lo único que me dijo es que es urgente que le llames.

—Bien, lo haré.

Tomé el teléfono muy intrigado. No estaba seguro exactamente de cuál sería la razón por la que me llamaba, ya que hacía mucho tiempo ella y yo no platicábamos, la última vez que lo habíamos hecho fue cuando le di la noticia de mi hijo, pero fuera de eso ella y yo no teníamos nada más en común.

—¿Jane? ¿Qué pasó? ¿Por qué tanta urgencia?

—Julian, no sé si decirte…

—¿Qué pasó?

—Camille estuvo aquí.

—¿Qué? ¿Cómo que Camille estuvo ahí? ¿Y qué pasó, qué te dijo?

—Nada, solamente venía a buscarte, y pues… le tuve que decir la verdad.

No sabía cómo reaccionar. Escuchaba ese nombre y todo mi mundo se paralizaba por completo. Había días en los que sinceramente me olvidaba de su existencia, pero tan rápido cómo volvía a mí su recuerdo, más eran mis remordimientos sobre no haber luchado por ella. Ella había sido mi amor desde adolescente, ella había significado todo para mí y eso nada ni nadie podría cambiarlo jamás.

—¿Y, sabes en donde está, a donde fue?

—No, no lo sé. Solamente traía una maleta así que supongo que no estaba instalada en algún hotel.

—Bien, pues iré hasta allá a buscar por los alrededores, a ver si logro verla por alguna parte.

Manejé durante dos largas horas a una velocidad insuperable. Llegué a la ciudad y comencé a preguntar por Camille a las personas que vivían por allí, hasta que uno de ellos logró darme datos de ella.

—Lo único que yo vi hace un par de horas, fue a una señorita bajando del edificio, se cayó, hablaba otro idioma e iba llorando, traía una maleta.

— ¿Y no vio hacia donde se dirigió? —pregunté angustiado.

—Se fue hacia donde están los restaurantes.

—Gracias.

Me fui corriendo hacía esos lugares, entré a cada uno de ellos pero no veía rastro de Camille, hasta que una mujer me dijo las mismas características que la persona anterior, pero esta vez me mandó a un lugar más complicado, hacia un bar en donde la gente solamente iba a embriagarse.

Entré a ese lugar, y la vi de lejos. Llorando sobre la barra de bebidas, platicando con el mesero del lugar, quién no le entendía nada debido a que él no hablaba español. Pudiese haber sido una escena cómica, si no se hubiese tratado del que fue el amor de mi vida.

Me acerqué a ella, y pérdida en llanto y alcohol no estaba consciente de que era yo quién estaba con ella.

—Camille, ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué haces esto? —La abracé fuertemente y quité sus manos de la copa que tenía.

—Julian, ¡Te extrañé tanto! —Me abrazó llorando—¿Por qué nunca me dijiste que te casaste y que tienes un hijo? ¿Por qué Julian?

La sentía tan tierna y tan frágil en ese momento. A pesar del alcohol y de su tono ebrio, sabía que ella estaba sufriendo mucho, por eso había llegado hasta el grado de hacer lo que nunca antes hizo.

—Camille… vámonos de aquí, hablaremos cuando estés bien, ¿si?

—¡No quiero irme Julian! Déjame aquí, tu ve a hacer tu vida de la mejor forma que puedas, y déjame aquí…

—¡No Camille, vámonos!

La levanté como pude y la llevé con mucha dificultad una calle, ya que ella no podía ni siquiera sostenerse. De pronto comenzó a llover y las cosas se hicieron más difíciles. Cuando por fin llegamos al automóvil me di cuenta de que había perdido las llaves en algún lugar, así que no tuve más que sentarla en una banca que estaba ahí cerca y esperar ahí mientras llegaba un ayudante al que le había llamado.

Camille no dejaba de llorar, pero al poco rato con la lluvia iba reaccionando poco a poco y comenzando a decirme algunas palabras.

—Julian, ¡No es justo! Yo vine a verte, a luchar por ti, a luchar por lo que creí que seguíamos sintiendo los dos, y mira… me has olvidado, has olvidado todo lo que fuiste para mí, y eso no es justo…

—Camille, yo continúe mi vida como tu debiste continuar la tuya… siempre te voy a amar, pero ahora mi vida es diferente. Tal vez ahorita no lo entiendas pero, ahora tengo otra vida, un bebé, el amor de una mujer muy valiosa… tal vez tu y yo realmente no nacimos para estar juntos, quizá el encontrarnos haya sido solamente para conocer por primera vez el amor…

—¡Eres un tonto Julian! Yo te esperé por dos largos años, y no me importaría esperar otra vida entera, lo único que quiero es estar contigo, ¿Es tan difícil de entender? Solo desearía una última oportunidad junto a ti…

La abrasé con fuerza y acariciaba su cabello. Sus lágrimas realmente habían llegado a mi corazón y lloré junto con ella. Nuestras lágrimas se confundían con las gotas de lluvia, todo combinaba a la perfección en ese momento.

De pronto sentí que Camille dejó de llorar y comenzó a temblar. La cargué y de inmediato a llevé a un hospital. La internaron y llamé a mis padres para que pudiesen acompañarme en el hospital, les conté lo que había sucedido. Mi madre me tomó de las manos y me miró a los ojos.

—Nunca debes dejar ir el amor Julian. Nunca. Y ella no te dejó ir a ti, ella te ama de verdad. Así que en cuánto puedas habla con ella, y dale esa libertad que se merece, hazle ver que ahora tienes una vida distinta y ella tiene que seguir la suya…

En ese momento salió el doctor con una noticia que jamás me hubiera esperado.

—Lo siento, sufrió una congestión alcohólica. Tomó demasiado alcohol y es notable que nunca lo había hecho antes de esa forma. También se nota que ella no está acostumbrada a climas tan fríos y a causa de la lluvia también tiene pulmonía. Entró en estado de coma y sinceramente no creo que salga bien de ello.

Entré a verla. La vi ahí acostada, pareciera sin vida. La tomé de la mano y le dije unas palabras que jamás había sentido tan reales como ese día.

—Camille, tienes que salir de esto. Eres una de las personas más valientes que he conocido y sé que podrás. Te amo demasiado, nunca te olvidé, tu eres y serás el amor de mi vida, la mujer con a que me hubiese gustado vivir, la mujer de la que les contaré a mis hijos, porque alguien como tú jamás podré olvidar… me has enseñado tantas cosas que quizá ni tú misma te imagines, no te puedes ir, no te vayas Camille…

De pronto su corazón dejó de latir…




Continuará...

miércoles, 1 de febrero de 2012

Capitulo 11 "Una dolorosa despedida"


— Camille… tengo que irme, estoy a punto de abordar el avión, no puedo dejar todo así como así, ¿me entiendes? —Dijo tiernamente tomándome de las manos.
—Pero no te puedes ir Julian, al fin conseguimos estar juntos, quiero estar contigo, sueño con estar contigo ¿Tampoco puedes entenderlo?
—Camille, ¡Basta! Tengo que irme, te estás comportando como una chiquilla, es demasiado tarde… un nuevo futuro me espera y me temo que no es junto a ti.
Aquella última frase me había hecho sentir más dolor que cualquier herida hecha por una filosa arma justo en el corazón. Me di cuenta de que muchas veces no valoramos lo que tenemos frente a nosotros hasta que estamos a la orilla de perderlos, y yo, justo en esos minutos me había dado cuenta de que no podía dejarlo ir, de que no era tan fácil. Curiosidades de la vida, me daba cuenta de ello hasta que ya no podía hacer nada más.
Agaché la cabeza y guardé silencio por unos minutos. No sabía si utilizar el último recurso que tenía, el cuál era hincarme y rogarle porque no se fuera, hacer el berrinche de una niña que no quiere separarse de sus juguetes o dulces, de su bien más preciado. Lo pensé, sin embargo no lo hice. Tenía que aprender también a saber afrontar las cosas cómo una persona madura y fue entonces cuando decidí dejarlo ir.
—Bien, pues creo que ante eso no tengo nada más que decirte—suspiré e intenté seguir con las palabras y ocultar el llanto —Solamente quiero que recuerdes una última cosa y la tengas siempre presente…
—Dime…
—Te amo Julian, nunca te dejaré de amar, créeme, no es algo que diga sin saber lo que eso significa, no, sé que no te dejaré de amar porque esto solamente se siente una vez en la vida y nadie nunca ocupará tu lugar por muy lejos que estés de mí, y así sea que jamás vuelva a verte ni a escuchar tu voz, o no saber nunca más de ti, tu recuerdo permanecerá conmigo siempre. Tú te quedarás conmigo al menos en mi recuerdo y en el corazón.
Ya sin poder contener el llanto lo abrasé lo más fuerte que pude. Se iba, y esta vez para nunca más regresar, se iba la persona a la que yo tanto amaba, y jamás volvería a estar con él.
—Tú sabes que si las circunstancias hubiesen sido diferentes yo… — decía mientras me abrazaba—me hubiese quedado toda una vida contigo, no hay nadie a quién ame más que a ti.
Por las bocinas del aeropuerto se escuchaba que daban la última llamada para que abordaran el vuelvo a Suiza. Fue entonces que supe que había llegado la hora.
—Me tengo que ir Cami…
—Está bien así Julian, no te despidas, será lo mejor… o al menos dolerá menos. Hasta siempre Julian… —Sollozando, lo solté y me fui alejando sin apartar la vista de él.
—Camille…
Me di la media vuelta y me iba alejando a prisa, hasta que sentí que no podía irme así como así, tenía que hacer una última cosa, algo que quizá jamás podría volver a hacer y si quería hacerlo, era ese el momento. Volví a voltear hacía atrás, hacia la fila en donde Julian se había reincorporado detrás de Jane, ellos ya iban avanzando hacia la salida cuando corrí lo más fuerte que pude, tomé del brazo a Julian tomándolo por sorpresa.
—No te puedo dejar así…
Lo besé con una intensidad nunca antes practicada con nadie más. Jamás había deseado besar a alguien y no despegarme nunca más de él. El me besó también, sin importarnos lo que sucediera a nuestro alrededor, ni lo que pensaran las demás personas, en ese momento solo éramos él y yo y un sentimiento de querer que aquello fuese para siempre. Nos separamos, él tomó su camino, y yo tomé el mío, su camino se dirigía a otro lugar completamente diferente al mío, nuestros caminos se separaron y era hora de continuar.
…………………………………………………………………………………………......
Subí al avión, despegó y yo no dejaba de mirar hacia la ventanilla, veía como poco a poco México se iba haciendo tan pequeño, hasta que dejé de distinguirlo bien. Fue entonces cuando Jane por fin se animó a romper el hielo que había entre nosotros.
— ¿Por qué no te quedaste? —preguntó seriamente.
—No tenía nada que hacer en México, mi lugar ahora es otro. —respondí de igual forma.
—O sea que, ¿Camille no era nada para ti?
—Jane, sinceramente no creo que eso te importe verdaderamente, así que por favor, espero que jamás volvamos a tocar el tema de Camille, ¿Está bien?
—Perfecto, eso mismo te iba a pedir, no quiero saber nada de Camille, no quiero que ella jamás vuelva a estar presente en nuestras vidas.
—Perfecto…
Volví a dirigir la mirada hacia la ventanilla.  Había sido cierto todo lo que le había dicho a Jane sobre Camille, no quería volver a saber nada de ella. Si ella seguía presente en mi vida jamás iba a poder continuar y siempre me quedaría esa duda de que pasaría si me hubiese quedado con ella. Prefería olvidarla, a ella y a todo lo que había sucedido entre nosotros.
Llegamos a Suiza y me dispuse a iniciar una nueva vida, completamente diferente, comenzaba de nuevo, y esta vez no habría más interrupciones, no habría esperas o recuerdos inútiles, todo se había terminado.

……………………………………………………………………………………………
Pasaron dos largos años, y aún me restaba uno para terminar mi carrera y tener la libertad que por fina anhelaba, pero a pesar de ello en ese año ya había conseguido la meta que me había propuesto dos años atrás. Era hora, tenía todo listo. Había conseguido el dinero suficiente para viajar a Suiza y estar allá durante un mes, tenía el permiso de mis padres, los cuales ahora por mis 21 años ya eran mucho más consecuentes conmigo, sobre todo porque sabían con quién me dirigía y que era lo que haría. Quería luchar una vez más por Julian y esta vez nadie me quitaría las ganas de hacerlo. Esta vez no le temía a nada, ni al tiempo y la distancia que había estado entre nosotros esos últimos años y lo que eso hubiese podido causar en sus sentimientos hacía mí. No pensaba en nada más que en volverlo a abrazar y decirle que esta vez no me separaría de él nunca, buscaríamos una oportunidad y esta vez era para siempre.
Le pedí a Eduardo, su amigo de siempre, que me diera la dirección de Julian y fue así como un verano tomé mis maletas y emprendí un viaje hacia el lejano país de Suiza y la ciudad en donde vivía Julian. Nunca me imaginé lo que encontraría al llegar allí.
Llegué al aeropuerto y tomé un taxi, afortunadamente mi inglés era bueno así que no tuve muchos problemas para comunicarme con ellos, al menos con los que también sabían inglés, y así fue que pude indicar a que dirección deseaba llegar.
Subí al piso del departamento que decía la dirección. Toqué el timbre e inesperadamente me abrió la puerta alguien a quién jamás esperé ver allí.
—Eres… ¿Jane? Pregunté sorprendida.
—Sí, soy yo… ¿Nos conocemos?
—Soy Camille, ¿no me recuerdas? —extrañada le pregunté, tratando de entender que era lo que pasaba. Jane se veía físicamente muy cambiada. Seguía siendo guapa, pero algo en ella había cambiado, se veía más madura, mucho más grande que la última vez que la había visto.
—Ah… Camille… ¿Qué estás haciendo aquí? —Era claro que estaba muy confundida, tal vez temerosa, lo supe por el tono en el que me preguntó mi propósito de estar allí.
—Pues… estoy haciendo unas prácticas aquí y sabiendo que Julian vive aquí, quise saludarlo y hacerle saber que estoy en el país… pero, ¿Tú qué haces aquí, en su departamento?
—Camille… ¿no sabes aún?
—¿Saber qué? —pregunté con taquicardia y temiendo lo peor…

Continuará...