Al otro lado de la luna

Al otro lado de la luna

sábado, 31 de diciembre de 2011

Capitulo 8 “Una triste realidad”




—Camille… ha pasado mucho tiempo y muchas cosas han cambiado, no sé si…
—Ya, ya entendí… no sigas por favor.
No quería escuchar aquella respuesta que seguramente me rompería el corazón en los pedazos más finos que haya podido.
—Camille… tienes que entenderme. Quizá tu sientas lo mismo que yo y ni siquiera te hayas dado cuenta, es difícil comprenderlo y sobre todo aceptarlo.
—Entiendo… —guardé silencio—creo que debo regresar a mi habitación antes de que mis papás se den cuenta de que estoy afuera.
— ¿Nos volveremos a ver? —preguntó tiernamente.
—Podríamos esperar a ver que dice el destino
—Pues espero diga que sí…
Entré a mi casa silenciosamente, el se quedó sentado afuera. Nunca supe que estuvo pensando todo ese tiempo. Me detuve en la ventana de mi recamara,  veía lo hermoso del cielo oscuro, las estrellas… pero esta vez no era solamente porque ese cielo era lo que nos unía a Julian y a mí, esta vez era lo que había cubierto nuestro reencuentro.
Esa noche estuve pensando en todas las cosas que habíamos pasado él y yo, cómo era que por simple “casualidad” nos habíamos vuelto a encontrar. Era el destino, simplemente, el destino, y si él nos había puesto en el mismo camino de nuevo era por alguna razón, y yo no estaba dispuesta a renunciar a ese destino, a desilusionarme solo porque no supo explicar que sentía por mí… estaba dispuesta a recuperar su amor, a intentarlo una vez más…
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Me quedé un tiempo sentado afuera de su casa para pensar en aquella pregunta que no había podido responderle. Quería intentar descifrar que era lo que sentía por ella y lo que sentía por Jane, a quién no olvidaba, sobre todo porque yo le prometí que volvería.
Regresé a mi casa y estuve a punto de llamarle a Jane para saber cómo estaba, saber que sentía cuando escuchara su voz después de haber visto a Camille, dudé. Dudé porque temía comprobar lo que estaba pensando, y no quería confundirme más, y decidí que mientras estuviera en México iba a disfrutarlo al máximo, sin embargo cuando regresara a Suiza, México dejaría de existir para mí.
Al siguiente día fui al hospital a ver a mi abuelo. Es increíble ver como la vida se va apagando poco a poco. Recordé cuando era un niño y jugaba con él, cuando todavía podíamos correr juntos, y verlo ahí, en esa cama, conectado a todos esos tubos, me causaba tanta tristeza. Lloré, no pude contener mis lágrimas, el día anterior lo había visto, pero no así, no sentí que quizá pudiesen ser precisamente aquellos los últimos momentos en los que pudiera verlo.
Un poco antes de llegar a mi casa, pude observar a lo lejos que alguien estaba sentado frente a la puerta, al poco tiempo pude distinguir que era Camille, estaba esperándome. Bajé del auto y mis papás entraron a la casa mientras yo me quedé con Camille. Ella me miró a los ojos y pudo ver en ellos la gran tristeza que tenía por dentro, solo me abrazó, me abrazó durante mucho tiempo. Nos quedamos toda esa tarde juntos, así, solamente sentados conversando, como solo con ella podía estar.
A partir de ese día, por las mañanas iba a visitar a mi abuelo y al salir veía a Camille. Algunas veces ella también me acompañó a verlo, mientras cada día era más feliz porque él estaba mejorando notablemente y todo iba marchando a la perfección.
Cuando veía a Camille podía ver a la misma niña tierna a la que había conocido 4 años atrás, y sabía que era con alguien exactamente como ella con quién quería pasar el resto de mi vida. Quizá era demasiado joven para decirlo, pero desde que la conocí ella había cautivado todos y cada uno de mis sentidos, era definitivamente con ella con quién quería estar.
Pasamos semana y media juntos, era martes y el siguiente domingo tenía que regresar. Y a pesar de mis ganas de besar a Camille, nunca lo hice. No lo hice porque era traicionar lo que nunca terminé estando en Suiza, la relación con Jane, y a pesar de que Camille significaba cosas extraordinarias, no podía traicionar a Jane, pero tampoco a ella, así que decidí que tenía que decirle la verdad. No lo hice porque conocía a Camille, y sabía que para ella sería un golpe muy duro, y todo cambiaría, porque de alguna u otra forma yo le había ocultado algo muy significativo, así que preferí mantenerme un poco alejado de ella en ese aspecto, intenté demostrarle que la veía solamente como a una amiga, aunque muchas veces sin quererlo, le hacía ver totalmente lo contrario, lo que realmente sentía por ella.
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Aquellos fueron los días más hermosos de toda mi vida. Aunque no nos tratáramos como novios propiamente, pues solamente platicábamos, salíamos, reíamos juntos y nos abrazábamos, nunca nos besamos. Pero realmente eso no importaba mucho. Estaba junto a mí y eso era lo importante, aunque no me explicaba porque en todo ese tiempo nunca intentó besarme, ni siquiera mencionaba algo de volver a ser novios. Yo presentí que algo ocultaba, porque a pesar de eso yo sentía que él me amaba como antes, pero había algo que pesaba de igual forma.
La tarde del martes, 5 días antes de que se fuera me decidí a declararle todo lo que sentía por él y esta vez esperaría la respuesta, fuese cual fuese…
Habíamos ido al cine y saliendo de allí nos dirigimos hacía un hermoso jardín que estaba cerca, nos sentamos en una banca. Me tomé unos minutos para tomar valor y decirle todo lo que deseaba decirle desde hacía mucho tiempo.
—Julian, quiero contarte una historia… como aquella que inventamos en la preparatoria, ¿Recuerdas?
—Como olvidarla… por supuesto que recuerdo como me cambió la vida cuando te conocí.
Sonreí. Era la primera vez que mencionaba nuestra relación y eso me indicó que iba por buen camino, así que decidí continuar.
—Erase una vez… —sonreí —una chica que nunca pensó encontrar el amor. Una chica que se sentía con tan mala suerte para esas cuestiones que había renunciado a hacerse ilusiones con algo que quizá jamás llegaría… Pero, ¿Qué crees?
— ¿Qué? —rió sabiendo de que se trataba.
—Un día se topó con el chico más presumido de toda su escuela y los obligaron a trabajar juntos… con el paso del tiempo ella se dio cuenta de que aquel chico no era tan presumido como pensaba, y encontró en él algo que jamás había pensado encontrar…
—Sin dejar a un lado que él pensó también que ella era una ñoña de primera… y después se dio cuenta de que era la persona más hermosa que pudo haberle puesto la vida en el mismo camino…
Me derritió. Sentía enormes ganas de llorar y de arrojarme a sus brazos y besarlo con todas las ganas del mundo, pero resistí hasta terminar aquello que había comenzado.
—Ella encontró en él algo más que un novio. Encontró a su mejor amigo, a la mejor persona, los brazos más cobijadores, las manos mas tibias, los ojos más sinceros, la sonrisa más tierna, los labios más suaves, el corazón más puro… —una lágrima corrió por mi rostro y el la limpió tiernamente con sus manos. —Sé que todo esto te parecerá muy cursi, lo sé, pero siempre deseé decírtelo, porque es todo lo que siempre he sentido…
—Pues son las palabras más hermosamente cursis que he escuchado, créeme… no sabes lo que estoy sintiendo…
—Pero él se tuvo que ir y la dejó solamente con su recuerdo, la dejó con miles de noches de insomnio, recordando todo aquello que vivieron juntos, aprendió a ser feliz con la felicidad que quedaba de todos esos momentos… —tomé sus manos y lo miré a los ojos— pero lo volvió a encontrar y no está dispuesta a dejarlo ir como lo hizo la primera vez… te amo Julian, no te he dejado de amar…
Nos abrazamos tan fuerte como pudimos, hasta que sus labios buscaron los míos y nos besamos como jamás lo habíamos hecho, con la intensidad de quién espera durante dos largos años, con el amor que había estado guardando solamente para él todo el tiempo que habíamos estado lejos…
—Te amo Camille, te amo con toda mi alma, jamás te dejé de amar, jamás te dejé de pensar, jamás dejaste de estar conmigo porque siempre te tuve en mis pensamientos y en mi corazón, siempre recordaba todos los momentos que pasé a tu lado, nunca podré olvidarte Camille, nunca…
Mi corazón latía más rápido que nunca. Estaba llorando, pero esta vez mis lágrimas eran de felicidad, hubiese querido detener ese momento hasta siempre.
—Quédate conmigo esta noche ¿Si Camille? No quiero separarme de ti.
—Pero… ¿en dónde?
—Pues si quieres en el patio de tu casa, en la sala, donde sea, pero quédate conmigo.
—Si quieres le decimos a mis papás y nos quedamos en la sala viendo una película, o escuchando música, ¿está bien?
—Donde sea, lo único que quiero es estar contigo.
Tomados de la mano caminamos hasta llegar a su casa, pasaría a avisarles a sus papás. Llegamos y entré con él. Su reacción fue extraña cuando al entrar escuchamos a sus papás platicando con una mujer, yo la desconocí por completo, pero él parecía estar reconociéndola. Apresuró el paso y llegamos a la sala, en donde se pudo cerciorar de que era quién él mismo pensaba…


Continuará...

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