Al otro lado de la luna

Al otro lado de la luna

jueves, 17 de noviembre de 2011

Capitulo 2 “El aroma de quien algún día estuvo junto a mí”




Leía cada palabra como si se tratase de un texto en una lengua muerta, algo que no podía descifrar con solo leerlo superficialmente. Todos mis sentidos estaban extasiados, nunca me había sentido así… tuve que reprimirme demasiado y tratar de no sonreír como si un regalo me hubiese bajado del cielo.
Pero a pesar de toda mi emoción, algo desentonó en aquel hermoso mail. Camille no había cumplido su promesa, y yo le mostraría que a pesar del tiempo y el espacio que ahora nos dividía, yo era capaz de seguir guardando su recuerdo y la promesa que algún día le hice. Cerré el mail y apagué la computadora, e intenté dormir, cosa que me costó mucho trabajo, sin embargo lo logré, y lo mejor era que lo había logrado sin siquiera pensar en ella más.
……………..

Mi vida corría sin ninguna novedad. A veces todo me parecía aburrido, sentía un gran vacío que no podía llenar con nada. Podría haber sido mi baja autoestima, sentía que no le servía al mundo en nada, y que tal vez hubiese perdido la capacidad de sentir. Era sensible, aunque no muchas veces lo demostraba. Me dolía serlo. Muchas personas me describían como alguien muy débil, muy “llorona” y fue precisamente eso lo que me invitó a dejar de ser un libro abierto ´para ser alguien mucho más fuerte, al menos, por fuera.
Nunca es bueno vivir recordando el pasado, si no superas que eso ya fue y tomar solo lo bueno de ello, y recordarlo con gusto, más no con ganas de querer volver a vivirlo, entonces nunca podrás continuar y visualizar todas las cosas que quieres lograr en el futuro, por las cuales debes empezar en el presente. Sin embargo, me aferraba al recuerdo de alguien que ya tenía dos años de haberse ido. Resulta tan difícil el hecho de aceptar que tienes que olvidar a alguien con quien viviste tantas cosas. Podría resultar una historia demasiado larga, sin embargo lo resumiré en pocas palabras, a comparación de todos los sentimientos que hubo en aquella relación.
—Deberías conocer a más chicos… te la pasas recordando a ese tipo que te dejó sin pensar en ti. —exclamó Maggie, una de mis mejores amigas, mientras estábamos sentadas en la explanada de la universidad.
—Los conozco, desde hace dos años he tenido dos novios…—suspiré—y ninguno me ha convencido…
— ¿Por qué? ¿Qué tiene el tal Julian  que no tengan los chicos más guapos de la universidad?
—No es eso Maggie… —guardé silencio—simplemente hay toda una historia detrás de todo mi sentir. No recuerdas con tanto afán a una persona nada más porque sí, ¿verdad?
—Es cierto Camille… pero, ¿qué es lo que hace que la historia con Julian haya sido tan especial?
— ¿Has sentido que de pronto ves a alguien demasiado atractivo físicamente y te imaginas con él muchísimo tiempo y siendo felices el uno con el otro, formando la pareja más feliz del mundo?
—Mmm… pues sí, claro, hay muchos chicos así. —respondió Maggie.
—Pues… así era todo con Julian…
—Sigo sin entender Camille…
—Lo conocí hace 4 años, yo tenía 15 y el 17. Y todo parecía ser perfecto. Yo lo amaba, el me amaba y todo parecía ser un cuento de hadas, el de un día para otro se tuvo que ir a estudiar a Suiza, respeté su decisión y nos prometimos dejarnos en paz esos 6 meses en los que se iba a ir, pero ya pasaron dos años y aún no sé nada de él. Esa es la historia…—dije con un poco de enfado y hasta desinterés.
—Tu historia no parece muy profunda, pero tus motivos tendrás para no contarme todo con lujo de detalles. Lo respeto Camille, pero aún no entiendo exactamente por qué es que él significa tanto para ti…

Salí de la universidad y como todos los días, me dirigía caminando a mi casa, la cual quedaba a unas cuantas cuadras de ahí. Iba pensando en la historia que le había contado a Maggie acerca de Julian y yo. Me sentí culpable porque a pesar de ser mi mejor amiga, no pude contarle la verdadera historia. Le conté una que había ya escuchado muchas veces, en todo tipo de cuentos, historias de ficción, revistas, famosos, etc. Pero por supuesto que no había sido la real. “Algún día alguien la tiene que saber” pensé.
……….
Me disponía a pasar a casa de Jane para ir al cine y a cenar. Llegué a su casa y como siempre me recibió con una gran sonrisa y un efusivo abrazo. La abrasé de la misma manera, pero inmediatamente al percibir el aroma de su cabello mi corazón sintió un gran golpe y me retiré rápidamente de ella.
—¿Cambiaste de perfume? —dije exaltado.
—No… ¿por qué? ¿No te gusta? —preguntó Jane intrigada.
—Sí, claro que me gusta… es solo que…
—Es mi nuevo shampoo… ¿Será eso?
—Si… es tu cabello, pero no huele mal, al contrario… huele muy bien… —la volví a abrazar cariñosamente, pero ese aroma no se despegaba de mí. Era un olor conocido, muy conocido y tal vez sabía a quién le pertenecía, pero me rehusaba a admitir que yo pudiese acordarme tanto de los detalles de alguien, sobre todo después de todo el tiempo que había pasado.
Llegamos al lugar en donde cenaríamos y en la luz tenue decidí darle a Jane una noticia que tal vez no le agradaría del todo.
—Jane… mañana llega mi mejor amigo, el que vive en México, viene a visitarme.
—Vaya… —suspiró—tal parece que el mundo te quiere convencer de que regreses…
—No, no… solamente viene a verme y a saber que ha pasado con mi vida en estos dos años, recuerda que yo solo tenía pensado estar aquí 6 meses…
—Estoy segura de que después de la visita de tu amigo tendrás más ilusión por regresar a México.
—Pues no estés tan segura, no será así. Mi futuro está aquí y no hay nada más…
Al otro día muy temprano tocaron el timbre de mi departamento. Muy contento por la visita que me esperaba y rápidamente abrí la puerta. Efectivamente, era Eduardo, mi mejor amigo al que no veía desde hacía dos años y quién había venido a pasar un par de días en Suiza.
— ¿Cómo te ha ido hermano? Todos te extrañamos mucho en México.
—Excelente, todo está perfecto a excepción de que también extraño a mi familia y amigos en México, pero algún día regresaré de visita y recordaremos un poco de los viejos tiempos.
—Es cierto, muchos se han ido a otros lugares a estudiar la universidad, pero, ¿saber quién aun sigue ahí?
— ¿Quién? —pregunté sin saber la respuesta que me esperaba.
—Camille —respondió Eduardo con una sonrisa un tanto macabra.
—Ah… —exclamé desconcertado—y… ¿Cómo está? —pregunté temeroso, quizá sin querer obtener una respuesta.
—Muy bien, muy linda. —respondió Eduardo intrigado por saber mi respuesta. —Está en la universidad, sigue teniendo esos mismos ojos expresivos, y la sonrisa coqueta, sigue siendo tímida pero muy risueña.
—Me da gusto… —respondí melancólicamente… — merece ser feliz.
—Julian, dime la verdad… ¿Aún la quieres?
Era una respuesta que no se trataba de pensar, sino de sentir, y la verdad es que lo primero en lo que pensé en responderle, era absolutamente la verdad…



Continuará…

4 comentarios: