Al otro lado de la luna

Al otro lado de la luna

miércoles, 8 de febrero de 2012

Capitulo 12 "¿Como despedirme de tí? Penútimo capitulo


—Entra, toma asiento…

—No, prefiero esperar aquí—respondí asustada.

—En serio Camille, entra por favor, lo que te diré es serio.

Caminé hacia donde ella me indicó. Llegamos al recibidor y me invitó a tomar asiento, mientras los minutos me parecían eternos. No sabía si en realidad quería saber lo que Jane me quería decir o no. En esos momentos tuve los peores pensamientos respecto a ello, pero decidí tranquilizarme y esperar que no fuera lo que más temía.

—Bien, pues… ¿Qué pasa Jane? No me asustes…

—Camille, la vida ha cambiado un poco, o quizá mucho en estos dos años y ya nada es cómo tu lo dejaste. —Dijo Jane con algunas pausas.

—¿A qué te refieres con eso?

—A que, así como tú seguiste con tu vida en México, Julian también lo hizo…

—¿Ya no vive aquí?

—No, ahora vive en una ciudad que está a dos horas de aquí.

—Vaya… ¿Me podrías dar la dirección?

—Te la daré pero, antes tienes que saber algo…

—¿Cómo que otros compromisos? ¿Qué pasa Jane? ¡Dime por favor!

—Julian se casó hace un año…

Un balde de agua fría cayó sobre mí en ese momento. Mi mundo se derrumbó definitivamente y todo me daba vueltas. Me quedé en silencio y no pude decir nada más. Jane pudo percibir la impresión que me causó tal noticia.

—¿Estás bien Camille?

—Sí, sí estoy bien… es solo que, no esperaba recibir esa noticia.

—Camille, medio año después de haber regresado aquí, Julian y yo terminamos y el encontró a una chica suiza que conoció en la universidad, se enamoró como un loco y a los 3 meses se casaron y hace un mes nació su bebé. Yo estoy aquí porque él me vendió el departamento, sus papás viven a unas cuadras de aquí, por si quieres ir a verlos.

Una lágrima resbaló sobre mi rostro sin que pudiera evitarlo. Traté de disimular una sonrisa, pero las lágrimas me estaban venciendo y sentí que era hora de salir corriendo de allí, sin importar hacia donde me dirigía.

—Bueno, gracias por todo Jane, me tengo que ir…

—Y, ¿Tienes a donde ir? Porque si no puedes quedarte aquí, por mí no hay problema.

—No, no en verdad, muchas gracias, nos vemos. —dije mientras me dirigía rápidamente hacia la puerta.

Salí y bajé las escaleras corriendo lo más rápido que podía. Ni siquiera podía ver con exactitud los escalones, hasta que al llegar al último ya con las lágrimas a punto de caer no vi el último y terminé por caer con todas las cosas que llevaba.

Lloré, lloré mucho. No era por el golpe que me había dado, ese solo había sido un pretexto. Lo que yo sentía iba más allá del orgullo o la decepción, mi corazón estaba realmente destrozado. Me quedé allí sentada mientras lloraba con desesperación, gracias a ello se acercó una persona a ver que me sucedía, como pude le dije que no pasaba nada, me levanté y seguí caminando por las calles en aquella fría tarde nublada.

……………………………………………………………………………………………..

Llegaba a mi casa de trabajar como lo hacía todos los días. Afortunadamente nunca tuve problema por haber sido un extranjero que llegó de intercambio para quedarse en Suiza, me gradué y conseguí un muy buen trabajo. Lida había traído eso y más a mi vida, ahora tenía muchas más razones para vivir feliz. Ahora tenía a un bebe de un mes por el cual estar orgulloso y sentirme el hombre más afortunado del mundo.

Tomé asiento en uno de los sofás de la sala cuando Lida, mi esposa, me llamó para decirme que tenía un recado para mí.

—¿Y qué será lo que quiere Jane?

—No sé, lo único que me dijo es que es urgente que le llames.

—Bien, lo haré.

Tomé el teléfono muy intrigado. No estaba seguro exactamente de cuál sería la razón por la que me llamaba, ya que hacía mucho tiempo ella y yo no platicábamos, la última vez que lo habíamos hecho fue cuando le di la noticia de mi hijo, pero fuera de eso ella y yo no teníamos nada más en común.

—¿Jane? ¿Qué pasó? ¿Por qué tanta urgencia?

—Julian, no sé si decirte…

—¿Qué pasó?

—Camille estuvo aquí.

—¿Qué? ¿Cómo que Camille estuvo ahí? ¿Y qué pasó, qué te dijo?

—Nada, solamente venía a buscarte, y pues… le tuve que decir la verdad.

No sabía cómo reaccionar. Escuchaba ese nombre y todo mi mundo se paralizaba por completo. Había días en los que sinceramente me olvidaba de su existencia, pero tan rápido cómo volvía a mí su recuerdo, más eran mis remordimientos sobre no haber luchado por ella. Ella había sido mi amor desde adolescente, ella había significado todo para mí y eso nada ni nadie podría cambiarlo jamás.

—¿Y, sabes en donde está, a donde fue?

—No, no lo sé. Solamente traía una maleta así que supongo que no estaba instalada en algún hotel.

—Bien, pues iré hasta allá a buscar por los alrededores, a ver si logro verla por alguna parte.

Manejé durante dos largas horas a una velocidad insuperable. Llegué a la ciudad y comencé a preguntar por Camille a las personas que vivían por allí, hasta que uno de ellos logró darme datos de ella.

—Lo único que yo vi hace un par de horas, fue a una señorita bajando del edificio, se cayó, hablaba otro idioma e iba llorando, traía una maleta.

— ¿Y no vio hacia donde se dirigió? —pregunté angustiado.

—Se fue hacia donde están los restaurantes.

—Gracias.

Me fui corriendo hacía esos lugares, entré a cada uno de ellos pero no veía rastro de Camille, hasta que una mujer me dijo las mismas características que la persona anterior, pero esta vez me mandó a un lugar más complicado, hacia un bar en donde la gente solamente iba a embriagarse.

Entré a ese lugar, y la vi de lejos. Llorando sobre la barra de bebidas, platicando con el mesero del lugar, quién no le entendía nada debido a que él no hablaba español. Pudiese haber sido una escena cómica, si no se hubiese tratado del que fue el amor de mi vida.

Me acerqué a ella, y pérdida en llanto y alcohol no estaba consciente de que era yo quién estaba con ella.

—Camille, ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué haces esto? —La abracé fuertemente y quité sus manos de la copa que tenía.

—Julian, ¡Te extrañé tanto! —Me abrazó llorando—¿Por qué nunca me dijiste que te casaste y que tienes un hijo? ¿Por qué Julian?

La sentía tan tierna y tan frágil en ese momento. A pesar del alcohol y de su tono ebrio, sabía que ella estaba sufriendo mucho, por eso había llegado hasta el grado de hacer lo que nunca antes hizo.

—Camille… vámonos de aquí, hablaremos cuando estés bien, ¿si?

—¡No quiero irme Julian! Déjame aquí, tu ve a hacer tu vida de la mejor forma que puedas, y déjame aquí…

—¡No Camille, vámonos!

La levanté como pude y la llevé con mucha dificultad una calle, ya que ella no podía ni siquiera sostenerse. De pronto comenzó a llover y las cosas se hicieron más difíciles. Cuando por fin llegamos al automóvil me di cuenta de que había perdido las llaves en algún lugar, así que no tuve más que sentarla en una banca que estaba ahí cerca y esperar ahí mientras llegaba un ayudante al que le había llamado.

Camille no dejaba de llorar, pero al poco rato con la lluvia iba reaccionando poco a poco y comenzando a decirme algunas palabras.

—Julian, ¡No es justo! Yo vine a verte, a luchar por ti, a luchar por lo que creí que seguíamos sintiendo los dos, y mira… me has olvidado, has olvidado todo lo que fuiste para mí, y eso no es justo…

—Camille, yo continúe mi vida como tu debiste continuar la tuya… siempre te voy a amar, pero ahora mi vida es diferente. Tal vez ahorita no lo entiendas pero, ahora tengo otra vida, un bebé, el amor de una mujer muy valiosa… tal vez tu y yo realmente no nacimos para estar juntos, quizá el encontrarnos haya sido solamente para conocer por primera vez el amor…

—¡Eres un tonto Julian! Yo te esperé por dos largos años, y no me importaría esperar otra vida entera, lo único que quiero es estar contigo, ¿Es tan difícil de entender? Solo desearía una última oportunidad junto a ti…

La abrasé con fuerza y acariciaba su cabello. Sus lágrimas realmente habían llegado a mi corazón y lloré junto con ella. Nuestras lágrimas se confundían con las gotas de lluvia, todo combinaba a la perfección en ese momento.

De pronto sentí que Camille dejó de llorar y comenzó a temblar. La cargué y de inmediato a llevé a un hospital. La internaron y llamé a mis padres para que pudiesen acompañarme en el hospital, les conté lo que había sucedido. Mi madre me tomó de las manos y me miró a los ojos.

—Nunca debes dejar ir el amor Julian. Nunca. Y ella no te dejó ir a ti, ella te ama de verdad. Así que en cuánto puedas habla con ella, y dale esa libertad que se merece, hazle ver que ahora tienes una vida distinta y ella tiene que seguir la suya…

En ese momento salió el doctor con una noticia que jamás me hubiera esperado.

—Lo siento, sufrió una congestión alcohólica. Tomó demasiado alcohol y es notable que nunca lo había hecho antes de esa forma. También se nota que ella no está acostumbrada a climas tan fríos y a causa de la lluvia también tiene pulmonía. Entró en estado de coma y sinceramente no creo que salga bien de ello.

Entré a verla. La vi ahí acostada, pareciera sin vida. La tomé de la mano y le dije unas palabras que jamás había sentido tan reales como ese día.

—Camille, tienes que salir de esto. Eres una de las personas más valientes que he conocido y sé que podrás. Te amo demasiado, nunca te olvidé, tu eres y serás el amor de mi vida, la mujer con a que me hubiese gustado vivir, la mujer de la que les contaré a mis hijos, porque alguien como tú jamás podré olvidar… me has enseñado tantas cosas que quizá ni tú misma te imagines, no te puedes ir, no te vayas Camille…

De pronto su corazón dejó de latir…




Continuará...

3 comentarios:

  1. hola Iezz :) primero quiero decirte que eres una excelete escritora, te vengo leyendo desde monitor y amo ambas historias.
    segundo: CAMILLE MURIOO?¡?¡?¡?

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  2. No puede seer :( Estoy llorando Iezz :( Nunca crei que una historia me llegara tanto al corazon♥

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  3. ME encanto, me encanto es muy feo lo que le paso claro esta pero la forma en lo escribes hace que me den ganas de leer, es genial la historia no puedo creer que vallas a terminar no puedo esperar el ultimo capitulo

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